Emmanuel Piaggesi, el docente que viajó a Libia para ayudar en tareas humanitarias y luego
se unió a la insurrección contra Gaddafi, relata los combates antes de entrar al búnker de la capital y revela que ya se encuentra de viaje hacia Sirte, el último bastión del régimen.
El martes pasado, cuando caía el búnker del dictador libio Muammar Gaddafi, entre los miles de rebeldes que irrumpían en la capital se encontraba Emmanuel Piaggesi, el ex docente de Neuquén que a principios de año se había unido a la insurrección popular contra el régimen.
Después de casi dos meses de silencio, el viernes por la noche se comunicó con "Río Negro" para dar un relato de primera mano de lo que fue su participación en la batalla por Trípoli, la capital libia, y anticipando su partida hacia Sirte, ciudad natal de Gaddafi y el último bastión importante que queda del ex gobernante en el este del país.
"Colaboramos en la toma y liberación de la famosa 'Bab al-Aziziya' (como se conocía al búnker de Gaddafi) y del barrio que se encuentra detrás, llamado 'Abu Slim'. Ahora sólo quedan dos barrios con un pequeño grupo de soldados "gadafos" (como se conoce a los soldados del gobierno) que resisten en los alrededores de la capital y algo de resistencia importante en la ciudad natal del dictador, Sirte. Aun así, me puedo dar el lujo de decir que ganamos la insurrección, pero ¡la revolución recién empieza!".
El retorno de Emmanuel al campo de batalla se dio después de un impasse de un mes, en el cual el joven oriundo de Mendoza pero afincado con toda su familia en Neuquén, donde fue docente de la EPET 3, viajó a Egipto. Es que en los últimos meses habían ocurrido cosas importantes. En su último contacto con este diario, el 6 junio, relató haber sufrido algunas heridas en combate y la muerte de un amigo y uno de los guerrilleros más admirados por él, Yussuf, al que describe como "el hermano mayor que nunca tuve". Precisamente en su homenaje Emmanuel se hace llamar 'Yussuf' entre sus compañeros de trinchera. Su virtual apellido es "Al-Arjentiny", una referencia obvia a su nacionalidad.
A sus heridas se sumó la más activa participación de la OTAN en bombardeos, algo que sembró dudas en su espíritu, cercano al anarquismo libertario.
"Decidí alejarme del frente, tomarme un tiempo para repensar el sentido de esta revolución y mi accionar en ella. En un principio iban a ser dos semanas… que se alargaron a cuatro". Sin embargo, prevaleció el sentimiento de solidaridad con el movimiento contra el régimen, que estaba en un momento de estancamiento, y se sumó a la ofensiva por la capital.
"Decidí volver a la lucha y me encontré con la sorpresa de que nuestro grupo, 'Jwarah', se había dividido en tres, y fue con la parte minoritaria con la que volví al combate, pues gracias a la menor cantidad de integrantes la dinámica, la agilidad y rapidez de movimiento en el campo de batalla es mayor. Los muchachos se encontraban ya en la ciudad de Zlitn, a 150 kilómetros al este de Trípoli. Los rebeldes del oeste habían logrado acercarse a Zawiya, a unos 40 kilómetros de la capital, y los del sur habían tomado Al-Grian a 80 kilómetros de la misma. Al avanzar los grupos del oeste, los soldados quadafiyes se replegaron rápidamente y en menos de dos días llegamos a la capital por la ruta Misrata-Trípoli, con una ínfima resistencia de soldados, escaramuzas aisladas", relata. Luego, vino el asalto al búnker de Gaddafi.
El corresponsal de "Clarín" en Libia, Marcelo Cantelmi, lo encontró el miércoles en los alrededores del ex palacio presidencial, preparándose para partir a Sirte. Allí lo describe como "igual de delgado, esta vez con uniforme más completo y con su Kalashnikov al hombro". Pero agrega: "El chico está más maduro, habla con más solvencia y se para de otro modo".
En su relato a este diario, Piaggesi adelanta el triunfo de la rebelión y aclara que se debe al esfuerzo del pueblo libio. "En ninguna de las batallas ganadas en las que participé hubo ataques de sus aviones, se ganaron gracias a los cojones del pueblo libio", asegura.
"El pueblo libio dijo '¡Acá no pone ni un pie ningún soldado de la OTAN!'. Prefirieron sacrificarse ellos mismos antes de dejar que una situación como la de Afganistán o Irak se repita... sería ilógico creer que dejarían a esos que no dejaron bajar a combatir en su tierra, entrar a robarles su petróleo, sus riquezas, su libertad". Y finaliza: "me siento plenamente orgulloso de haber colaborado con mi granito de arena y haberle quitado las armas al Estado y devuelto al pueblo".
se unió a la insurrección contra Gaddafi, relata los combates antes de entrar al búnker de la capital y revela que ya se encuentra de viaje hacia Sirte, el último bastión del régimen.
El martes pasado, cuando caía el búnker del dictador libio Muammar Gaddafi, entre los miles de rebeldes que irrumpían en la capital se encontraba Emmanuel Piaggesi, el ex docente de Neuquén que a principios de año se había unido a la insurrección popular contra el régimen.
Después de casi dos meses de silencio, el viernes por la noche se comunicó con "Río Negro" para dar un relato de primera mano de lo que fue su participación en la batalla por Trípoli, la capital libia, y anticipando su partida hacia Sirte, ciudad natal de Gaddafi y el último bastión importante que queda del ex gobernante en el este del país.
"Colaboramos en la toma y liberación de la famosa 'Bab al-Aziziya' (como se conocía al búnker de Gaddafi) y del barrio que se encuentra detrás, llamado 'Abu Slim'. Ahora sólo quedan dos barrios con un pequeño grupo de soldados "gadafos" (como se conoce a los soldados del gobierno) que resisten en los alrededores de la capital y algo de resistencia importante en la ciudad natal del dictador, Sirte. Aun así, me puedo dar el lujo de decir que ganamos la insurrección, pero ¡la revolución recién empieza!".
El retorno de Emmanuel al campo de batalla se dio después de un impasse de un mes, en el cual el joven oriundo de Mendoza pero afincado con toda su familia en Neuquén, donde fue docente de la EPET 3, viajó a Egipto. Es que en los últimos meses habían ocurrido cosas importantes. En su último contacto con este diario, el 6 junio, relató haber sufrido algunas heridas en combate y la muerte de un amigo y uno de los guerrilleros más admirados por él, Yussuf, al que describe como "el hermano mayor que nunca tuve". Precisamente en su homenaje Emmanuel se hace llamar 'Yussuf' entre sus compañeros de trinchera. Su virtual apellido es "Al-Arjentiny", una referencia obvia a su nacionalidad.
A sus heridas se sumó la más activa participación de la OTAN en bombardeos, algo que sembró dudas en su espíritu, cercano al anarquismo libertario.
"Decidí alejarme del frente, tomarme un tiempo para repensar el sentido de esta revolución y mi accionar en ella. En un principio iban a ser dos semanas… que se alargaron a cuatro". Sin embargo, prevaleció el sentimiento de solidaridad con el movimiento contra el régimen, que estaba en un momento de estancamiento, y se sumó a la ofensiva por la capital.
"Decidí volver a la lucha y me encontré con la sorpresa de que nuestro grupo, 'Jwarah', se había dividido en tres, y fue con la parte minoritaria con la que volví al combate, pues gracias a la menor cantidad de integrantes la dinámica, la agilidad y rapidez de movimiento en el campo de batalla es mayor. Los muchachos se encontraban ya en la ciudad de Zlitn, a 150 kilómetros al este de Trípoli. Los rebeldes del oeste habían logrado acercarse a Zawiya, a unos 40 kilómetros de la capital, y los del sur habían tomado Al-Grian a 80 kilómetros de la misma. Al avanzar los grupos del oeste, los soldados quadafiyes se replegaron rápidamente y en menos de dos días llegamos a la capital por la ruta Misrata-Trípoli, con una ínfima resistencia de soldados, escaramuzas aisladas", relata. Luego, vino el asalto al búnker de Gaddafi.
El corresponsal de "Clarín" en Libia, Marcelo Cantelmi, lo encontró el miércoles en los alrededores del ex palacio presidencial, preparándose para partir a Sirte. Allí lo describe como "igual de delgado, esta vez con uniforme más completo y con su Kalashnikov al hombro". Pero agrega: "El chico está más maduro, habla con más solvencia y se para de otro modo".
En su relato a este diario, Piaggesi adelanta el triunfo de la rebelión y aclara que se debe al esfuerzo del pueblo libio. "En ninguna de las batallas ganadas en las que participé hubo ataques de sus aviones, se ganaron gracias a los cojones del pueblo libio", asegura.
"El pueblo libio dijo '¡Acá no pone ni un pie ningún soldado de la OTAN!'. Prefirieron sacrificarse ellos mismos antes de dejar que una situación como la de Afganistán o Irak se repita... sería ilógico creer que dejarían a esos que no dejaron bajar a combatir en su tierra, entrar a robarles su petróleo, sus riquezas, su libertad". Y finaliza: "me siento plenamente orgulloso de haber colaborado con mi granito de arena y haberle quitado las armas al Estado y devuelto al pueblo".