Celebraron el Wiñoy Xipantu junto al Limay. Hubo rechazo a los yacimientos no convencionales.
NEUQUÉN (AN).- Las lluvias y nevadas invernales preparan la tierra para el comienzo de un nuevo ciclo en todas las vidas. El momento en que la naturaleza recobra su fuerza y el lazo vital que la une con sus hombres y mujeres. Es el Wiñoy Xipantu o "Vuelta del Sol", que ancestralmente se celebra el 24 de junio en todas las comunidades mapuches de la región y que, en Neuquén, se dio cita en la Planta de Campamento 1, ubicada en calle Linares al fondo, a pasitos del río Limay.
Este fue el primer año en que la celebración se abrió a la participación de la comunidad no mapuche, que pudo compartir del Füta Trawün (Gran Encuentro) junto a los loncos, autoridades y miembros de las cinco comunidades de la zonal Chabunco que estuvieron presentes en la ceremonia.
"Nuestra Ñuke Mapu (madre tierra) está sufriendo. Tenemos que ver cómo generar un compromiso para que nuestros nietos y bisnietos, puedan vivir en un mundo no contaminado", expresó el werken de la Confederación Mapuche, José Kintriqueo. Organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos fueron invitadas a festejar el Wiñoy Xipantu, hermanados bajo una "historia de lucha y resistencia".
Más de un centenar de personas se reunieron ayer desde las 8 alrededor del sagrado Rewe, ese altar hecho con troncos sobre el cual se planta la bandera mapuche y sus insignias. Apenas despuntó el sol comenzó el ritual de mayor significación espiritual para el pueblo mapuche, en el que se ofrendaron las semillas que llevó cada uno de los invitados y que representan el alimento que se consume en el año. Cada uno tuvo la oportunidad de tomar un puñado y esparcirlas sobre el río, acompañando sus deseos para el nuevo año que comenzó.
El frío y el viento patagónico fueron excusa para reunir a los presentes alrededor del fogón que ardió durante toda la jornada. "No estén calladitos. Esto no es una ceremonia ni un rito, es un espacio para intercambiar pensamientos y conocimientos", aclararon. La celebración, que los organizadores acordaron en llamar "jornada intercultural", continuó con los tradicionales bailes de choique purrun alrededor del Rewe, donde grandes y pequeños danzaron ataviados con prendas típicas bajo la mirada atenta y el aliento de autoridades e invitados. Para afianzar el lazo entre mapuches y no mapuches que caracterizó la jornada, algunos "foráneos" fueron invitados a participar del baile.
Después del mediodía fue el turno del acto político, que giró en torno a los dos ejes que definirán la lucha de este año: la instalación del Wiñoy Xipantu como feriado provincial y el rechazo a la explotación de hidrocarburos no convencionales.
La educadora y referente filosófica de la comunidad, Pety Pilquiñán, celebró la predisposición de los loncos de permitir innovar este año e invitar a la comunidad no mapuche a unirse al festejo. "Hemos abierto la participación porque estamos en un momento histórico como pueblo", aseguró.