Los trabajadores del sistema de riego La Picacita cortaron por completo el servicio.
NEUQUÉN (AN).- Haciéndose eco de la amenaza de los productores, los trabajadores del sistema de riego La Picacita cortaron totalmente el curso de agua y dejaron desde ayer sin posibilidad de regar tanto a los 500 pequeños chacareros como a los grandes establecimientos agropecuarios, poniendo así en jaque a una localidad en la que desde la semana pasada también se sufra la falta de agua potable al punto de que todas las casas permanecen medio día sin el vital recurso.
NEUQUÉN (AN).- Haciéndose eco de la amenaza de los productores, los trabajadores del sistema de riego La Picacita cortaron totalmente el curso de agua y dejaron desde ayer sin posibilidad de regar tanto a los 500 pequeños chacareros como a los grandes establecimientos agropecuarios, poniendo así en jaque a una localidad en la que desde la semana pasada también se sufra la falta de agua potable al punto de que todas las casas permanecen medio día sin el vital recurso.
Ayer por la tarde La Picacita se secó completamente como resultado del cierre de las compuertas del río Limay realizado por los tomeros en la tarde del lunes.
La medida se dio ante los reclamos de los pequeños chacareros quienes desde el viernes pasado no pueden regar sus cultivos por la protesta de los trabajadores dependientes de la dirección provincial de Recursos Hídricos.
Pero mientras el presidente del consorcio de riego de la Margen Izquierda, Omar Etchemendi, advirtió que analizan enviar una carta documento al gobierno provincial por las pérdidas que les genera la protesta, el intendente electo Clemente Casamajou, denunció ayer que desde hace varios días "tenemos cortes rotativos en el agua potable de la ciudad porque se quemaron dos de las tres bombas del lago".
Casamajou explicó que "vamos a pasar un verano terrible porque no va a haber agua para las casas" y detalló que "ahora cuando media ciudad tiene agua la otra mitad no, porque sino no alcanza". Y advirtió que "lo peor es que el Concejo Deliberante a pedido del intendente Carlos Casteblanco, aprobó que el EPAS devolvió el manejo de la planta de agua potable al municipio que no tiene los recursos para hacer cargo ni de las reparaciones ni de las obras que hacen falta".
Mientras Casamajou recordó que la salida de funcionamiento de dos de las tres bombas ocurrió en 2007 y llevó a una revuelta en la localidad, el futuro jefe comunal señaló que "como mínimo la reparación de una de las bombas cuesta unos 15.000 pesos y este municipio tiene una recaudación estimada mensual de 27.000 pesos, por lo que es evidente la complicación que tenemos".
Y remarcó que "no sólo es totalmente repudiable lo hecho por los concejales afines al intendente, sino también este desinterés que dejó en claro el EPAS, porque además de desentenderse de esta localidad, borraron de un plumazo un plan de obras comprometido en 2007 por 10 millones de pesos para solucionar definitivamente los problemas".