Los menores consumos pagan en la provincia hasta el 67% más que en la vecina Río Negro. La diferencia se reduce hasta un mínimo del 35% para los consumos de más de 300 kW y media tensión. Fuerte impacto sobre la competitividad de la comercialización y exportación frutícola.
Neuquén es la principal provincia energética del país. No sólo por sus hidrocarburos, sino porque en su territorio se encuentran algunas de las principales centrales hidroeléctricas del país. Pero esto poco le sirve a los consumidores locales, sean empresas o particulares, que pagan tarifas entre un 35 y un 67% más caras que en la vecina Río Negro.
Alguna vez, cuando debieron justificarse las obras de las grandes presas sobre los ríos Limay y Neuquén, se habló de la posibilidad de desarrollar un polo industrial provincial sobre la base de la energía barata generada en el propio territorio. La idea fuerza fue entonces la “Tarifa Comahue”, uno de los caminos ideados por las gestiones provinciales de entonces para que los neuquinos se apropien de, al menos, una porción de la “renta eléctrica”. Lejos de aquellas utopías, hoy los neuquinos no sólo no tienen una tarifa diferencial más barata como herramienta de promoción industrial, sino, por el contrario, una de las tarifas eléctricas más caras del país.
El componente distribución
Las dos distribuidoras locales, el EPEN y Calf, por ejemplo y al igual que todas las distribuidoras del país, le compran la energía a Cammesa, la corporación mixta que administra el mercado mayorista eléctrico para luego distribuirla entre los usuarios y cobrarla. Sus costos son el pago a Cammesa y el mantenimiento y la expansión de la red de distribución.
Básicamente, el costo incluido en la tarifa que paga el consumidor incluye 3 componentes, el costo de la energía propiamente dicho, el transporte y la distribución. A su vez, para empresas y consumidores, esta distribución puede ser de media tensión (13,2 kW) o baja tensión.
Subordinando la exactitud a la generalización, el costo de la energía eléctrica ronda poco más del 20% de la factura que recibe el consumidor, en tanto el transporte suma alrededor de un 10% adicional. Esto significa, siempre a nivel general, que el costo restante, la distribución, supera el 60%. Dicho de manera taxativa: la diferencia de costos que se observa en las tarifas de las distintas provincias se produce en el momento de la distribución, no en la generación y transporte. No quiere decir que generación y transporte no tengan relevancia, sino que el componente clave para recomponer tarifas está en el tramo de la distribución. Para el caso neuquino, estas diferencias son explicadas por:
Comparaciones odiosas
Una investigación realizada por la consultora especializada Esting sobre los costos eléctricos de la industria frigorífica en la frutícultura presenta las diferencias tarifarias entre las distintas provincias. La firma elaboró un cuadro comparativo de los costos de la energía sobre la base del costo promedio por kilovatio cobrado a las distintas franjas de consumidores. La investigación abarcó a las principales distribuidoras provinciales: Edemsa en Mendoza, Edersa en Río Negro y el EPEN y Calf en Neuquén.
De los cuadros comparativos de costos surgen algunos datos muy contundentes. El primero es que el EPEN posee, por lejos, las tarifas más caras y que el segundo lugar lo ocupa Calf (ver cuadros). El segundo dato es la magnitud de la diferencia entre lo que se paga en las distintas provincias. Para los consumos de baja tensión, el EPEN tiene costos entre un 63 y 67% superiores a los que se cobran en Río Negro. La diferencia es más reducida para los consumos de media tensión, donde la diferencia es de entre el 35 y 43%. Además la tarifa del EPEN es también más cara que la de la propia Calf, la cooperativa que se ocupa de la distribución eléctrica en Neuquén capital. Sin embargo la diferencia es de sólo el 6% en los consumos más bajos, pero de entre el 16 y el 25% en los de media tensión, que son los de las empresas.
Si se observa la comparación con Mendoza, se destaca que en la provincia cuyana, que también es más barata que Neuquén para las industrias, se privilegian los consumos de baja tensión.
Un ejercicio intersante realizado por el estudio de Esting es el cálculo de cuánto tendría que bajar la tarifa del EPEN para igualar a la cobrada por sus pares de otras provincias: Así, las tarifas para el consumo de baja tensión deberían bajar el 40% para que los neuquinos paguen lo mismo que los rienegrinos y entre el 26 y el 30% en media tensión
El impacto en la fruticultura
Para tener una idea de cuánto dinero significan estos valores y porcentajes basta decir que, en la caso de los frigoríficos, una planta de tamaño medio, con unas 15 cámaras, puede llegar a pagar cerca de 100.000 pesos mensuales de electricidad en Neuquén contra menos de 70.000 en Río Negro. Las cifras no son estimadas, sino reales e informadas a E&E por empresarios del sector. La diferencia puede ser clave tanto en la determinación de la estructura de costos de la actividad como en la decisión del lugar geográfico de las inversiones.
Vale considerar que, dentro de los costos de explotación de la actividad frigorífica, la electricidad representa alrededor del 40%. Esta magnitud justificaría que estos costos sean parte de los objetivos de la política provincial para el sector, dado que, después de los hidrocarburos, la fruticultura representa la principal actividad exportadora neuquina. Luego, de acuerdo a cálculos que corresponden a la pasada temporada frutícola, el consumo de energía de los frigoríficos representa apenas el 3% de la energía vendida por el EPEN: 19 GWh sobre 545 GWh. También representa, aproximadamente, el mismo porcentaje de la facturación. Dicho de otra manera, cualquier modificación tarifaria tendría una escasa incidencia en la recaudación de la distribuidora. El cálculo preliminar muestra que si las tarifas para los frigoríficos se redujesen al mismo nivel que en la vecina Río Negro, la facturación total de la distribuidora se reduciría el 1,2%.
Neuquén es la principal provincia energética del país. No sólo por sus hidrocarburos, sino porque en su territorio se encuentran algunas de las principales centrales hidroeléctricas del país. Pero esto poco le sirve a los consumidores locales, sean empresas o particulares, que pagan tarifas entre un 35 y un 67% más caras que en la vecina Río Negro.
Alguna vez, cuando debieron justificarse las obras de las grandes presas sobre los ríos Limay y Neuquén, se habló de la posibilidad de desarrollar un polo industrial provincial sobre la base de la energía barata generada en el propio territorio. La idea fuerza fue entonces la “Tarifa Comahue”, uno de los caminos ideados por las gestiones provinciales de entonces para que los neuquinos se apropien de, al menos, una porción de la “renta eléctrica”. Lejos de aquellas utopías, hoy los neuquinos no sólo no tienen una tarifa diferencial más barata como herramienta de promoción industrial, sino, por el contrario, una de las tarifas eléctricas más caras del país.
El componente distribución
Las dos distribuidoras locales, el EPEN y Calf, por ejemplo y al igual que todas las distribuidoras del país, le compran la energía a Cammesa, la corporación mixta que administra el mercado mayorista eléctrico para luego distribuirla entre los usuarios y cobrarla. Sus costos son el pago a Cammesa y el mantenimiento y la expansión de la red de distribución.
Básicamente, el costo incluido en la tarifa que paga el consumidor incluye 3 componentes, el costo de la energía propiamente dicho, el transporte y la distribución. A su vez, para empresas y consumidores, esta distribución puede ser de media tensión (13,2 kW) o baja tensión.
Subordinando la exactitud a la generalización, el costo de la energía eléctrica ronda poco más del 20% de la factura que recibe el consumidor, en tanto el transporte suma alrededor de un 10% adicional. Esto significa, siempre a nivel general, que el costo restante, la distribución, supera el 60%. Dicho de manera taxativa: la diferencia de costos que se observa en las tarifas de las distintas provincias se produce en el momento de la distribución, no en la generación y transporte. No quiere decir que generación y transporte no tengan relevancia, sino que el componente clave para recomponer tarifas está en el tramo de la distribución. Para el caso neuquino, estas diferencias son explicadas por:
Comparaciones odiosas
Una investigación realizada por la consultora especializada Esting sobre los costos eléctricos de la industria frigorífica en la frutícultura presenta las diferencias tarifarias entre las distintas provincias. La firma elaboró un cuadro comparativo de los costos de la energía sobre la base del costo promedio por kilovatio cobrado a las distintas franjas de consumidores. La investigación abarcó a las principales distribuidoras provinciales: Edemsa en Mendoza, Edersa en Río Negro y el EPEN y Calf en Neuquén.
De los cuadros comparativos de costos surgen algunos datos muy contundentes. El primero es que el EPEN posee, por lejos, las tarifas más caras y que el segundo lugar lo ocupa Calf (ver cuadros). El segundo dato es la magnitud de la diferencia entre lo que se paga en las distintas provincias. Para los consumos de baja tensión, el EPEN tiene costos entre un 63 y 67% superiores a los que se cobran en Río Negro. La diferencia es más reducida para los consumos de media tensión, donde la diferencia es de entre el 35 y 43%. Además la tarifa del EPEN es también más cara que la de la propia Calf, la cooperativa que se ocupa de la distribución eléctrica en Neuquén capital. Sin embargo la diferencia es de sólo el 6% en los consumos más bajos, pero de entre el 16 y el 25% en los de media tensión, que son los de las empresas.
Si se observa la comparación con Mendoza, se destaca que en la provincia cuyana, que también es más barata que Neuquén para las industrias, se privilegian los consumos de baja tensión.
Un ejercicio intersante realizado por el estudio de Esting es el cálculo de cuánto tendría que bajar la tarifa del EPEN para igualar a la cobrada por sus pares de otras provincias: Así, las tarifas para el consumo de baja tensión deberían bajar el 40% para que los neuquinos paguen lo mismo que los rienegrinos y entre el 26 y el 30% en media tensión
El impacto en la fruticultura
Para tener una idea de cuánto dinero significan estos valores y porcentajes basta decir que, en la caso de los frigoríficos, una planta de tamaño medio, con unas 15 cámaras, puede llegar a pagar cerca de 100.000 pesos mensuales de electricidad en Neuquén contra menos de 70.000 en Río Negro. Las cifras no son estimadas, sino reales e informadas a E&E por empresarios del sector. La diferencia puede ser clave tanto en la determinación de la estructura de costos de la actividad como en la decisión del lugar geográfico de las inversiones.
Vale considerar que, dentro de los costos de explotación de la actividad frigorífica, la electricidad representa alrededor del 40%. Esta magnitud justificaría que estos costos sean parte de los objetivos de la política provincial para el sector, dado que, después de los hidrocarburos, la fruticultura representa la principal actividad exportadora neuquina. Luego, de acuerdo a cálculos que corresponden a la pasada temporada frutícola, el consumo de energía de los frigoríficos representa apenas el 3% de la energía vendida por el EPEN: 19 GWh sobre 545 GWh. También representa, aproximadamente, el mismo porcentaje de la facturación. Dicho de otra manera, cualquier modificación tarifaria tendría una escasa incidencia en la recaudación de la distribuidora. El cálculo preliminar muestra que si las tarifas para los frigoríficos se redujesen al mismo nivel que en la vecina Río Negro, la facturación total de la distribuidora se reduciría el 1,2%.