Lo velaron en el Club Defensores de Santos Lugares.
"Papá se va en paz", dijo su hijo en el entierro.
Se fue unos pocos días antes de llegar a los cien años. Y un día antes del homenaje que de todos modos se le hizo ayer en la Feria del Libro de Buenos Aires.
Los restos de Ernesto Sabato fueron inhumados ayer en el cementerio Jardín de Paz de Pilar, en medio de una breve ceremonia de la que participaron los familiares, amigos y seguidores del escritor.
El cortejo fúnebre llegó poco después del mediodía, tras el extenso velatorio que se realizó desde las 17 del sábado en el Club Defensores de Santos Lugares. Un lugar que quedaba exactamente frente a su casa, donde el autor de "Sobre héroes y tumbas" vivió por más de sesenta años y donde murió en la madrugada del sábado.
La escueta pero emotiva ceremonia que precedió al depósito del ataúd bajo tierra estuvo a cargo de Mario, el hijo menor del escritor, quien tras hablar se fundió en un abrazo con sus hijos y sobrinos. "Acá están las tres personas que más he amado en la vida: mamá, papá y mi querido Jorgito (su hermano fallecido en un accidente en 1983)", expresó el realizador de películas como "El poder de las tinieblas", inspirada en el célebre fragmento "Informe sobre ciegos" de "Sobre héroes y tumbas". "Papá se va en paz. Cumplió con todo lo que tenía que hacer… y si es cierto que me pueden estar oyendo quiero decirles una cosa -aseguró Mario con la voz entrecortada-: Papá, mamá, Jorgito, quédense tranquilos, yo me hago cargo de ahora en más".
Entre los asistentes al entierro se encontraba la última compañera del autor de "Abaddón, el exterminador", Elvira González Fraga, que llegó hasta Pilar acompañada de su hermano, el economista Javier González Fraga.
También estuvieron presentes los hijos del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos y el ex fiscal Julio César Strassera, que destacó de Sabato su labor como presidente de la Conadep. "Fue un intelectual muy generoso. El trabajo realizado por la Conadep se convirtió en la base fundamental del Juicio a las Juntas", destacó.
"Mi último recuerdo de Ernesto es el silencio. El estaba yéndose desde hace mucho tiempo. Incluso hace unos años había llegado a preguntar quién era Matilde, su compañera de toda la vida. Fue una larga y penosa despedida", evocó a su vez la escritora y biógrafa Julia Constenla, quien conocía al escritor desde 1949.
Desde el sábado y hasta la mañana de ayer, decenas de vecinos y allegados se habían acercado hasta el Club Defensores de Santos Lugares para expresar su afecto al escritor, entre ellos el senador Daniel Filmus, el director del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos de la Unesco, Ignacio Hernaiz, y el candidato presidencial por la Unión Cívica Radical, Ricardo Alfonsín.
"Cuando me muera quiero que me velen acá, para que la gente del barrio pueda acompañarme en este viaje final. Quiero que me recuerden como un vecino, a veces cascarrabias pero en el fondo un buen tipo", había sido el deseo de Sabato, según relató su hijo Mario.
Aunque no estuvo presente, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner envió una corona y habló por teléfono con Mario Sabato y con Elvira González Fraga.
"Papá se va en paz", dijo su hijo en el entierro.
Se fue unos pocos días antes de llegar a los cien años. Y un día antes del homenaje que de todos modos se le hizo ayer en la Feria del Libro de Buenos Aires.
Los restos de Ernesto Sabato fueron inhumados ayer en el cementerio Jardín de Paz de Pilar, en medio de una breve ceremonia de la que participaron los familiares, amigos y seguidores del escritor.
El cortejo fúnebre llegó poco después del mediodía, tras el extenso velatorio que se realizó desde las 17 del sábado en el Club Defensores de Santos Lugares. Un lugar que quedaba exactamente frente a su casa, donde el autor de "Sobre héroes y tumbas" vivió por más de sesenta años y donde murió en la madrugada del sábado.
La escueta pero emotiva ceremonia que precedió al depósito del ataúd bajo tierra estuvo a cargo de Mario, el hijo menor del escritor, quien tras hablar se fundió en un abrazo con sus hijos y sobrinos. "Acá están las tres personas que más he amado en la vida: mamá, papá y mi querido Jorgito (su hermano fallecido en un accidente en 1983)", expresó el realizador de películas como "El poder de las tinieblas", inspirada en el célebre fragmento "Informe sobre ciegos" de "Sobre héroes y tumbas". "Papá se va en paz. Cumplió con todo lo que tenía que hacer… y si es cierto que me pueden estar oyendo quiero decirles una cosa -aseguró Mario con la voz entrecortada-: Papá, mamá, Jorgito, quédense tranquilos, yo me hago cargo de ahora en más".
Entre los asistentes al entierro se encontraba la última compañera del autor de "Abaddón, el exterminador", Elvira González Fraga, que llegó hasta Pilar acompañada de su hermano, el economista Javier González Fraga.
También estuvieron presentes los hijos del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos y el ex fiscal Julio César Strassera, que destacó de Sabato su labor como presidente de la Conadep. "Fue un intelectual muy generoso. El trabajo realizado por la Conadep se convirtió en la base fundamental del Juicio a las Juntas", destacó.
"Mi último recuerdo de Ernesto es el silencio. El estaba yéndose desde hace mucho tiempo. Incluso hace unos años había llegado a preguntar quién era Matilde, su compañera de toda la vida. Fue una larga y penosa despedida", evocó a su vez la escritora y biógrafa Julia Constenla, quien conocía al escritor desde 1949.
Desde el sábado y hasta la mañana de ayer, decenas de vecinos y allegados se habían acercado hasta el Club Defensores de Santos Lugares para expresar su afecto al escritor, entre ellos el senador Daniel Filmus, el director del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos de la Unesco, Ignacio Hernaiz, y el candidato presidencial por la Unión Cívica Radical, Ricardo Alfonsín.
"Cuando me muera quiero que me velen acá, para que la gente del barrio pueda acompañarme en este viaje final. Quiero que me recuerden como un vecino, a veces cascarrabias pero en el fondo un buen tipo", había sido el deseo de Sabato, según relató su hijo Mario.
Aunque no estuvo presente, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner envió una corona y habló por teléfono con Mario Sabato y con Elvira González Fraga.