Martín Farizano acaba de inventar una nueva categoría dentro del radicalismo, respondiendo a la ansiedad por definir su estilo: dijo que es un radical neuquino, es decir, radical N. Perlitas de una conferencia de prensa.
Martín Farizano venía de un sofocón (por el enojo) pasado con periodistas de Buenos Aires, que lo habían apurado tratando de sacarle si él era o no un radical K, es decir, un radical kirchnerista. Así llegó a la conferencia de prensa que convocó en su despacho este lunes: refunfuñando por lo que entiende es una intención clasificatoria permanente.
Bastó una pregunta similar a las que había recibido esa mañana temprano, para que estallara la definición que pasa a ser una perla, una especie de consigna interesante: "yo soy un radical neuquino. Un radical N", dijo, con singular énfasis, el Intendente.
En esa línea, Farizano volvió a machacar con el tema de los "alineamientos". Dijo que no quiere definir su actividad política, ni la actividad de su partido, en función de las líneas nacionales. Que esto es precisamente lo que han hecho quienes fueron derrotados en las internas del domingo, es decir, Horacio Quiroga y sus representados. "A mí me interesa lo que pasa en Neuquén, y en Neuquén hay que ganarle al MPN, un partido que ha defendido el federalismo fronteras afuera, pero que no lo ha aplicado en la provincia", sostuvo.
En ese contexto, reafirmó otra cuestión interesante: dijo que no le levantará la mano a ningún candidato a intendente. Que eso es más propio de una monarquía que de una democracia. Que pretende que sea un radical quien lo suceda, pero que eso lo determinarán las negociaciones, los consensos, o las internas.
¿Prefiere el consenso o internas? le preguntaron. No vaciló en contestar: "siempre hay que darle una oportunidad a la negociación, al consenso. Las internas son el último recurso", dijo.
¿Se reunirá con Quiroga?, le preguntaron. "El domingo hablamos por teléfono. Supongo que en los próximos días", dijo.
Sin apuro. Sin ansiedades. Al estilo de un nuevo concepto: ha nacido el radicalismo N.
Martín Farizano venía de un sofocón (por el enojo) pasado con periodistas de Buenos Aires, que lo habían apurado tratando de sacarle si él era o no un radical K, es decir, un radical kirchnerista. Así llegó a la conferencia de prensa que convocó en su despacho este lunes: refunfuñando por lo que entiende es una intención clasificatoria permanente.
Bastó una pregunta similar a las que había recibido esa mañana temprano, para que estallara la definición que pasa a ser una perla, una especie de consigna interesante: "yo soy un radical neuquino. Un radical N", dijo, con singular énfasis, el Intendente.
En esa línea, Farizano volvió a machacar con el tema de los "alineamientos". Dijo que no quiere definir su actividad política, ni la actividad de su partido, en función de las líneas nacionales. Que esto es precisamente lo que han hecho quienes fueron derrotados en las internas del domingo, es decir, Horacio Quiroga y sus representados. "A mí me interesa lo que pasa en Neuquén, y en Neuquén hay que ganarle al MPN, un partido que ha defendido el federalismo fronteras afuera, pero que no lo ha aplicado en la provincia", sostuvo.
En ese contexto, reafirmó otra cuestión interesante: dijo que no le levantará la mano a ningún candidato a intendente. Que eso es más propio de una monarquía que de una democracia. Que pretende que sea un radical quien lo suceda, pero que eso lo determinarán las negociaciones, los consensos, o las internas.
¿Prefiere el consenso o internas? le preguntaron. No vaciló en contestar: "siempre hay que darle una oportunidad a la negociación, al consenso. Las internas son el último recurso", dijo.
¿Se reunirá con Quiroga?, le preguntaron. "El domingo hablamos por teléfono. Supongo que en los próximos días", dijo.
Sin apuro. Sin ansiedades. Al estilo de un nuevo concepto: ha nacido el radicalismo N.