Confederaciones Rurales Argentinas promovió en 1989 que todos los 18 de marzo se recuerde el protagonismo del hombre de campo que trabaja desde su actividad para el bien del país.
De esta forma, el “Día del ruralista” es una jornada oportuna para acompañar al hombre de campo, que es diverso, según el rubro de su producción, su geografía, su nivel económico y al mismo tiempo es uno, porque forja todos los días la identidad de una sociedad nacional.
El trabajador que trabaja con animales, el tambero, el que ara la tierra para gozar de sus frutos, el que siembra, el que recoge la cosecha, el que en pleno monte hace carbón por cuenta de otros, entre tanto otros oficios y especialidades, remiten siempre a una imagen del hombre con su entorno, siendo parte de una gigantesca maquinaria que produce las cosas esenciales para vivir en sociedad: alimentos, vestidos, medicamentos, calzados, etcétera.
Está el hombre que trabaja de sol a sol, casi nunca reconocido por sus patrones y en condiciones miserables. Está también aquel dueño de campo que ha hecho de esa tierra la clave de la identidad de un país. Se encuentra el otro que teniendo campo vive en el pueblo; aquel que sigue los pasos de sus mayores adecuándose a los tiempos… ¿Qué es el hombre de campo hoy en el siglo XXI? La imagen es una y diversa al mismo tiempo y en eso radica también su valor.
Está el hombre que trabaja de sol a sol, casi nunca reconocido por sus patrones y en condiciones miserables. Está también aquel dueño de campo que ha hecho de esa tierra la clave de la identidad de un país. Se encuentra el otro que teniendo campo vive en el pueblo; aquel que sigue los pasos de sus mayores adecuándose a los tiempos… ¿Qué es el hombre de campo hoy en el siglo XXI? La imagen es una y diversa al mismo tiempo y en eso radica también su valor.