POR MARÍA EUGENIA PINTOS
Es por la facilidad que dan el celular e Internet. Según los especialistas, se debe cambiar el formato de los exámenes.
Para algunos, la palabra machete puede resultar paleontológica, cubierta de polvo y hasta con olor a naftalina. Sin embargo, la era digital la envolvió de innovación. A los balbuceos en voz baja, las fórmulas y palabras claves escritas con lápiz en reglas, ahora se suman los celulares y hasta el uso de la computadora en clase para “saltar” las evaluaciones sin estudiar.
Algunos profesores del ámbito universitario –por ejemplo– dejan que sus alumnos escriban sus exámenes en computadora para evitar el esfuerzo de entender evaluaciones con letras ilegibles. Como contrapartida, los alumnos usan información previamente compilada en archivos o pendrives.
Una de las prácticas más recientes que descubrieron los profesores involucra el uso del Google Chrome. La entrega de trabajos a través de esta herramienta permite modificar sitios web estáticos y manipular según el antojo de cada alumno el contenido de documentos.
El celular también logró convertirse en un objeto menos “sospechoso” que un apunte de clase: es utilizado para bajar archivos y fotos con información. Algunos alumnos, incluso, utilizan iPods en clase para autodictarse temas que luego son usados de “ayuda memoria” al momento de rendir.
Las nuevas tecnologías están contribuyendo a que la modalidad crezca en todo el mundo. Así lo afirman informes recientes de Estados Unidos, que muestran un aumento en la cantidad de estudiantes que se copian al momento de ser evaluados. Es más: los machetes 2.0 no sólo son usados por malos alumnos: también alcanza a los más sobresalientes.
Un reciente estudio de Jeffrey Roberts y David Wasieleski, de la Universidad Duquesne, en Estados Unidos, señala que a mayor cantidad de herramientas online permitidas a los alumnos para una tarea, más probabilidades hay de que los estudiantes copien el trabajo de otros. “Si los chicos se copian es porque los docentes solicitan trabajos que se pueden resolver copiando contenidos”, dice Marcela Czarny, de Chicos.net. Para la especialista ya no tiene sentido pedir trabajos que soliciten contenidos. “El rol del docente debe pasar por promover un análisis crítico, una selección inteligente, comparaciones y conclusiones basadas en la información dada”.
En el último año, la copia a escala creció en establecimientos educativos prestigiosos como la Stuyvesant High School de Manhattan y la Universidad de Harvard. Allí vieron que la mayor parte de los estudiantes viola en alguna medida las pautas de integridad académica. Los especialistas señalan las razones: copiar es cada vez más fácil y tolerado, y ni las instituciones educativas ni los padres han transmitido a los estudiantes mensajes fuertes y reiterados sobre qué está permitido y qué está prohibido.
Josefina Saiz de Finzi, psicoanalista especialista en niños y adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), rescata la importancia de entender el problema de la toma del atajo de los alumnos. “El docente no debería actuar como juez, castigando, sino como educador, utilizando técnicas que promuevan la discusión y la reflexión sobre qué es copiar”.
Para Czarny, la clave está en cambiar el paradigma de las evaluaciones. “Una buena solución es hacer pruebas abiertas con todos los recursos, incluidos los machetes arriba del banco y no por debajo. Igual, la mentira es un tema ético que no se puede dejar de lado. El trabajo con los alumnos debe basarse en el análisis de casos en donde ellos tengan que discutir cuáles son los valores, los fundamentos éticos desde donde resuelven esos problemas”, agrega.
Sara Zusman de Arbiser, médica psicoanalista, explica que el uso del machete en la era de los chicos hiperconectados tiene su base en la pereza del razonamiento. “Hay como un querer pasar el examen y listo”, ilustra, y apunta: “Hay una dificultad del placer por el conocimiento. Esto se ve en hogares con chicos que no ven leer a sus padres. Los adultos dan ese mal ejemplo. Y esto se mama”.
La psicoanalista Silvia Feitelevich coincide y agrega: quienes se machetean lo hacen como atajo para satisfacer a otros (la escuela, los padres, la sociedad e incluso la universidad) y sólo intentan conseguir un título, vacío de conocimientos. “Carecen del sentido de la aventura que significa aprender, no toman contacto con los aciertos y errores en la incorporación del conocimiento, ni toman conciencia del desafío de cambiar ideas gracias a la introducción del conocimiento”.