Breve Reseña

Esta emisora de radio nace por una necesidad de comunicación que tenía la zona de Piedra del Aguila y sus alrededores.
Por aquellos tiempos un soñador llamado Oscar Isaac Lillo emitía por primera vez un 13 de octubre de 1986, la radio experimental Piedra del Aguila en amplitud modulada.
El objetivo siempre fue servir a las instituciones, destacar los parajes, sus pobladores (que por diversos motivos aun continuan aislados en zonas rurales), el mensaje comunitario, el llamado urgente etc., son frases que se destacan en la actualidad.
Los pobladores de estos lugares siempre están espectantes de la información y diversos acontecimientos que se producen en la localidad, en el País y el exterior debido a la cambiente realidad actual.
Hoy el medio de comunicacion va actualizandose tecnologicamente de acuerdo a las innovaciones que se producen en el campo de la radiodifusión.

La distorsión cristinista y el MPN

Toda la complejidad del actual escenario neuquino es casi una impostación. Detrás de las nobles declaraciones de principios, se agazapan intereses sectoriales, ambiciones personales y batallas irresueltas.

Poco queda por fuera de los artificios electorales del año en las repercusiones mediáticas de la política neuquina. La realidad económico-social sigue inmutable, entrando de a poco en el nivel de alerta naranja, como consecuencia de una inflación constante y con tendencia a seguir aumentando. Pero esa dimensión se supone que no afectará los procesos electorales.

Apenas si servirá como decorado de fondo en un escenario donde al MPN se le cuestionará que haya más pobres que los que debería haber en una provincia rica; y en el que el MPN dirá –en medio del jolgorio del festejo de sus 50 años- que está vigente porque ha garantizado la “inclusión” (palabra de moda que suplanta a “justicia social”) que otros sólo pregonan.

 El gobernador Jorge Sapag está en el mejor momento de su gestión. Es un momento dulce: acaba de vencer de manera muy contundente a Jorge Sobisch; ha interpretado esta victoria como un plebiscito a su figura y su gestión de la sociedad, incluyendo en ella al MPN; sabe que su victoria contribuye a la dispersión opositora en función de la dialéctica existente entre los dictámenes de Olivos y el distrito neuquino.

Es el momento ideal, cuanto todavía no ha pasado lo que aspiramos que vaya a pasar. Las vísperas siempre son gloriosas, y en ellas nadie se muere, dice la leyenda.

Sapag se permitió admitir la “posibilidad” de “llevar en la boleta” del MPN –en las elecciones nacionales de octubre, donde el partido provincial competirá llevando candidatos para el Congreso- a Cristina Fernández. Lo hizo en un reportaje publicado este domingo en el diario Río Negro, en el que se le preguntó directamente esto. En su respuesta, el gobernador dejó librada esa “posibilidad” a lo que decida la Convención partidaria, “después” de las elecciones provinciales.

Se introduce así un nuevo nivel de importancia en este tema, la relación con el kirchnerismo. Hay una intención política fuerte: el 12 de marzo debe decidir el Partido Justicialista qué hacer con su alianza con la UCR, y qué candidatos proponer, y si esos candidatos aceptarán competir en una interna abierta con Martín Farizano, o se negociará simplemente quién liderará la coalición para enfrentar al MPN.

Es una situación de locos para el ciudadano común: Sapag es amigo de la presidenta Cristina Fernández y la respaldará –por sí o con el MPN todo- en su candidatura a la reelección; Farizano habla maravillas del kirchnerismo; el Justicialismo pone como condición para sus alianzas que sólo se unirá a quienes respalden a Cristina.

En concreto, los tres partidos más importantes de la provincia amagan con llevar una K gigantesca grabada a fuego en la frente.

La distorsión política, pues, es mayúscula. No parece el cristinómetro un buen instrumento para medir la realidad de la política neuquina, sino más bien una tremenda impostación que decora intereses sectoriales y personales, antiguas batallas no terminadas, y una repetición desgastante de personajes que siguen girando en la noria oxidada de una política provincial con pocas ideas.

El ejemplo más grotesco de esta sensación se ha dado en Cutral Co. En esta ciudad emblemática, la misma que catapultó a la política a Felipe Sapag, la misma que lo repudió después  con una pueblada impiadosa, las encuestas reemplazaron a las elecciones. El MPN no presentará candidato a intendente, y el actual jefe comunal, Ramón Rioseco, sólo tendrá enfrente a Proyecto Sur y al MUN. Sería lo mismo proclamarlo por aclamación, como en aquellas asambleas hirvientes del año ’97.

En la UCR, por ejemplo, la conexión K es una declamación por puro interés distrital. Sirve solo si permite armar la coalición con el PJ. De lo contrario, el radicalismo volverá a alinear prácticas y discursos con su versión nacional, ya sea con Ricardo Alfonsín o con Ernesto Sanz. La convicción ideológica suprema actual del radicalismo neuquino –el consenso como arma de los dioses- es en realidad una metodología, una herramienta.

Así como un destornillador sirve si encaja bien en la muesca del tornillo, sólo servirá si cuaja la coalición con el PJ. De lo contrario, la UCR considerará liberado su compromiso K más profundo.

En el Partido Justicialista, la convicción K auténtica, verdadera, sentida, también es flaca en el fondo. La abanderada K es, sin dudas, Nancy Parrilli. Su nexo político-familiar con la Rosada es tan obvio que exime de mayores comentarios y profundidades.

El intendente de Centenario, Javier Bertoldi, hace tiempo que hace equilibrio en la soga para no matar la idea K pero al mismo tiempo resistir el peso del apellido Parrilli. Está convencido de que el momento exige aunar esfuerzos con Farizano. Su aliado más fuerte, y a la vez con peso propio y no dependiente de una rosca para seguir en carrera, es el líder de la CGT local, Sergio Rodríguez.

Y está Sergio Gallia. El intendente de Plottier no fue ni es un kirchnerista entusiasta. Es, tal vez, el más peronista de todos, en un contexto con tanta dispersión culposa. Se ha movido siempre con prudencia, con bajo perfil. No jugará a nada que signifique una derrota previsible.

Sobre estos factores que están sobre la superficie más descarnada, juegan otros a considerar en el escenario. De ellos, el más fuerte es UNE.

UNE quiere ganar la intendencia neuquina. Es una apuesta muy fuerte y muy difícil para un partido político nuevo, en etapa pre-escolar todavía, recién a punto de entrar a la primaria. Tiene dos condiciones importantes: de la nada, pasó a integrar un gobierno municipal y a tener cuatro concejales en el Deliberante capitalino, lo que indica apetito de poder y construcción de poder; y tiene recursos económicos, provistos de un diezmo que realmente funciona. Así como el MPN se alimenta del Estado, lo mismo hace UNE, pero de los sindicatos estatales.

UNE no se preocupa por la bandera K. Presume de independencia, pues ni su financiamiento ni sus estrategias inmediatas necesitan de la bendición presidencial. Es más: están alineados con un sector ciertamente opositor, como es la CTA conducida por Pablo Micheli, ya fracturada de la versión más kirchnerista liderada por el ex CTERA Hugo Yasky.

Así, Mariano Mansilla, que ha enarbolado como consigna coyuntural el respaldo irrestricto a la candidatura del radical Martín Farizano, no es un candidato a intendente dependiente de los vaivenes K del peronismo y del radicalismo. Mansilla pretende ser la garantía del “método paraguas”, la metodología que ha logrado en algunas ocasiones amparar bajo un mismo techo a versiones contradictorias de la política argentina, con el objetivo de unir a los distintos para enfrentar al adversario común.
Otro factor es el peronismo federal, que acaba de fusionarse en uno solo en la Legislatura. Este peronismo respalda a Jorge Sapag, y lo llevará en sus boletas…siempre y cuando el MPN no respalde como partido a Cristina Fernández. ¿Pesará mucho o poco en el contexto? Tiene tres diputados hasta diciembre, y es una variante que avala al MPN sin participar de su padrón de afiliados. No puede dejar de considerarse que algo influirá.

También está Proyecto Sur, el movimiento que lidera a nivel nacional Fernando Pino Solanas. Proyecto Sur es una variable que puede servir a muchos fines, incluidos, por supuesto, los propios. Acaba de interferir en la interna del MPN llamando a no votar a Sobisch, para después arrogarse haber sido el factótum de al menos parte de la victoria de Sapag. Hizo un negocio redondo de la oposición, y lo seguirá haciendo con el simple expediente de estar contra todos, pero negociar siempre con alguno.

Finalmente, hay que considerar el factor Horacio Quiroga. El diputado nacional del radicalismo es la muestra concreta de que hay una opción centrista para la política neuquina. Viene de pasar por el vendaval K, y de ser cobista de la primera hora, pero milagrosamente conserva un valor que parece que nadie le ha podido quitar: su propia imagen, ganada en dos gestiones consecutivas en el Municipio capitalino.

En el contexto, aparentemente tan diverso, por ahora solo asoman con fuerza dos vectores: la relativa fortaleza de Jorge Sapag post interna; y la expectativa por la definición peronista que determinará qué cantidad y calidad de integrantes tendrá la coalición opositora.

Rubén Boggi