Una reflexión sobre el momento actual del bloque
que en la actualidad está más cerca de varias líneas divergentes que de
una unidad viable de cara a octubre.
Los dirigentes y militantes del MPN han resaltado con frecuencia el
perfil fuertemente democrático del partido plasmado en las elecciones
internas para elegir candidatos a cargos partidarios y electivos. Una
consigna consagrada desde hace casi 30 años era que la lista perdedora
acompañaba a la ganadora para obtener los mejores resultados en las
elecciones generales.
La creación de la línea interna denominada Movimiento de Acción Política
(MAPO) a mediados de la década de los 80, tuvo como objetivo central
establecer la obligatoriedad de la realización de las elecciones
internas. Un propósito central del MAPO era que el único dirigente
indiscutible era Felipe Sapag pero que por debajo de él todos estaban en
igualdad de condiciones y debía ser la gente la que eligiera los
candidatos. El desencadenante de esta posición fue el fracaso electoral
en las legislativas de 1985 Esta propuesta quedó incorporada a la Carta
Orgánica partidaria y las internas pasaron a ser una virtud que
destacaba al MPN sobre los otros partidos que, en general, elegían “a
dedo” a sus candidatos.
Desde entonces se realizaron muchas internas, algunas poco trascendentes
y otras que se caracterizaron por su importancia y extrema dureza. Las
campañas pusieron en evidencia cuestionamientos a liderazgos históricos,
enconos personales y posturas ideológicas encontradas. En síntesis, lo
que se democratizó en el MPN fue la lucha por el poder y el acceso a los
cargos de gobierno.
Las internas más elocuentes fueron las que enfrentaron al MAPO, con Luis
Jalil como precandidato a gobernador, con la lista bendecida por Felipe
Sapag encabezada por Pedro Salvatori y las de Jorge Sobisch con Luis y
Felipe Sapag. Estas luchas dejaron disconformes y resentidos pero era
opinión mayoritaria que el partido salía fortalecido como lo demostraba
el aumento de las afiliaciones.
La reciente interna para elegir candidatos a cargos legislativos
nacionales ha derivado en un hecho inédito en el MPN. Sapag, Pechén y
otros candidatos y dirigentes que conducían o integraban la Lista A,
decidieron retirar a los integrantes de su lista a los que les
correspondía formar parte de la lista definitiva del partido y ordenaron
a su tropa no colaborar con la ganadora encabezada por Guillermo
Pereyra. Si bien no hubo expresiones que indicaran no votar por esta
lista, cae de maduro que, ante tan estrictas directivas, gran cantidad
de votos de la Lista A no irán a la lista partidaria.
Hoy Pereyra hará su primer acto como candidato en la Seccional Primera
del MPN, casa partidaria a la que Jorge Sapag desdeñó y reemplazó por
otros reductos, como el Espacio DUAM, para hacer sus reuniones
políticas. Es probable que Pereyra se refiera a la situación planteada
por el Gobernador y que reafirme todas las consignas que lanzó durante
su campaña.
El 27 de octubre próximo quedará trasparentado quien obtuvo el rédito
mayor entre tanto desencuentro. Por ahora se percibe en muchos
dirigentes y militantes una sensación de amargura por ver al partido
enfrentado en una lucha de cúpulas de las que no han participado, salvo
en forma pasiva para recibir directivas.
En el caso de los intendentes, ellos también sufren por el equilibrio
que les exige la tan mentada gobernabilidad que sustente su gestión de
gobierno.
¿Podrán ser superadas estas desavenencias en el interior del partido
histórico neuquino o la virulencia de la competencia proselitista
erosionó tanto la unidad política estructural del MPN, que la ruptura es
la consecuencia esperada?.