Breve Reseña

Esta emisora de radio nace por una necesidad de comunicación que tenía la zona de Piedra del Aguila y sus alrededores.
Por aquellos tiempos un soñador llamado Oscar Isaac Lillo emitía por primera vez un 13 de octubre de 1986, la radio experimental Piedra del Aguila en amplitud modulada.
El objetivo siempre fue servir a las instituciones, destacar los parajes, sus pobladores (que por diversos motivos aun continuan aislados en zonas rurales), el mensaje comunitario, el llamado urgente etc., son frases que se destacan en la actualidad.
Los pobladores de estos lugares siempre están espectantes de la información y diversos acontecimientos que se producen en la localidad, en el País y el exterior debido a la cambiente realidad actual.
Hoy el medio de comunicacion va actualizandose tecnologicamente de acuerdo a las innovaciones que se producen en el campo de la radiodifusión.

Increíble: Tendrá un hijo con el homicida de toda su familia

Esta la historia de un amor patológico. Conoce la terrible pesadilla de la mujer que perdona lo imposible...


Buenos Aires.- Sí,  hay casos que parecen ficcionales y este es uno de ellos. Romina Martínez es la protagonista, y no forma parte de una novela; es una historia real.

Juan Carlos Cardozo, es el asesino y mató a la abuela, hermana e hija de Martínez. ¿Se puede perdonar algo así?, para Romina, sí. La joven, de 27 años, perdonó a Cardozo y está embarazada de dos meses y medio del segundo hijo de Cardozo. 

Pese a que intentó mantener en secreto la reconciliación, los reencuentros en el Pabellón Evangelista de la Unidad 9 de La Plata donde el confeso homicida pasa sus días y aguarda el juicio oral que comenzará el jueves, todo se filtró.

"A los tres días de la masacre, ella dijo que no podía quedarse más acá, agarró a su hija y se fue", explica Angélica Núñez de 56 años, la madrastra de Romina, nuera de Nilda Ludovica Ham, de 78, y "madre del corazón" de María Florencia, de 15, y de Marisol Martínez, de seis, informa Tiempo Argentino. 

Cardozo y sus masacres

Tras pasar por varias casas de familiares y amigos, alrededor de cuatro meses atrás los padres de Cardozo le hicieron un espacio a la joven en el fondo de su casa, en la localidad de Garín, en el partido de Escobar, para que se acomodara con la hija que tuvo con el asesino, que hoy ya tiene cuatro años. 

Mientras deambulaba de un sitio a otro, una prima de Romina había comenzado a hacer los papeles para adoptar a la nena "pero cuando estaban por concluir los trámites, ella apareció con el suegro en una moto y se la robaron", detalla Angélica, para quien la hija de Romina se convirtió en la moneda de cambio para que ella pudiera instalarse con sus suegros. 

Según consigna El Intransigente, Romina vive intermitentemente entre San Martín, donde trabaja en una vivienda con cama adentro, y Escobar, a unas 20 cuadras de la casa de su abuela, donde el 27 de agosto del año pasado su pareja mató a las tres mujeres de su familia. 

Esa mañana, Cardozo se levantó temprano y fue a trabajar a la Municipalidad de Escobar, donde barría las calles por un plan social. Apenas llegó, el joven les dijo a sus jefes que debía retirarse porque tenía que hacer unos "trámites personales". 

Alrededor de las 7:30 hs, se escondió detrás de un montículo de troncos frente a Uruguay 633, de Benavídez, en Tigre, donde presumía que debía estar Romina, quien había cortado la relación, cansada del maltrato psicológico y físico. 

Con paciencia, Cardozo esperó a que se fueran a trabajar todos los hombres de la familia Martínez, que no eran pocos: en ese amplio terreno de unos 50 metros de frente, varios hijos de Nilda Ludovico Ham construyeron sus viviendas. 

Cuando vio que no quedaban hombres en las casas, cruzó la calle y golpeó la puerta. Ham, que tenía un particular aprecio por él, lo invitó a pasar a tomar unos mates. Cardozo no vaciló, tomó varios cuchillos tramontina y comenzó a apuñalarla con saña. La mujer, a quien él suele llamar "abuelita" tenía la campera puesta. 

La anciana, una gringa brava –según recuerda una de sus nueras, Cristina Martínez– presentó batalla: en medio del forcejeo, el reloj pulsera del asesino terminó debajo de la mesa del comedor y dejó de funcionar a las 8:20 hs, cuando la dueña de casa comenzaba a agonizar en el piso. 

El femicida envolvió a su primer cadáver en una alfombra y lo depositó en el baño, al lado del inodoro. Después fue al cuarto donde dormía Marisol, la hija de Romina de una relación anterior, y la ahorcó con un cable de teléfono. Cuando dejó de respirar, la colocó sin mayor esmero boca abajo al lado de su abuela. 

Sabiendo que Romina iría a la casa, el asesino se mantuvo en vigilia. Pero no contaba con que la hermana de su pareja debía llevarle unas pastillas a Ham, quien había sufrido un ACV recientemente. 

Mientras se lavaba los brazos manchados por la sangre ajena, María Florencia entró en la casa. Cardozo se escondió detrás de una puerta para sorprenderla. Ella fue la que más se resistió a morir. "Sus muñecas y pies se quebraron de tantos golpes que lanzó", contó Angélica Núñez. La chica había practicado Taekwondo pero apenas le sirvió para dañar a un Cardozo decidido a matar por tercera vez ese día. 

"Ella le daba un golpe y él le devolvía una puñalada. Treinta y tres recibió. Se ensañó mucho con Florcita. Uno de sus rulitos y parte del cuero cabelludo quedaron estampados en una de las paredes", detalló Katy, como le dicen a Angélica en el barrio. "Con un tenedor le desfiguró el rostro y la terminó de matar con un cuchillo que quedó incrustado en su cuello", agrega. 

Marisol, la menor de las víctimas, encontró la muerte sin conocer a su padre. Quizá Romina lo sepa, pero nunca lo nombró. Sin embargo, sus parientes la lloraron –y aún la lloran– como si la hubieran parido. "Yo era la madre del corazón de las dos. A María Florencia la crié desde los tres años y Romina me regaló a Marisol a los tres días de nacer", dice Angélica, quien como una especie de mantra dicho con las manos, no deja de tejer desde que ocurrió la masacre. Sólo interrumpe las agujas para refregarse los ojos y secarse las lágrimas. 

La mujer confeccionó ropa para sus parientes, los vecinos, su psicóloga, y hasta para los funcionarios del Ministerio de Justicia de la Nación que la acompañaron desde los momentos más críticos del caso. Así intenta mitigar la soriasis que ganó sus brazos. Pese a todo intenta seguir sonriendo. 

Katy fue una de las pocas personas que vio los cuerpos. Como Flor no volvía, fue a la casa de al lado y golpeó la puerta con insistencia. Detrás de ella, Romina repetía: "Juan Carlos está adentro, Juan Carlos está adentro", recordó su madrastra, quien sospecha que la chica pudo conocer con antelación los planes macabros de Cardozo. "Hay una llamada realizada desde esta casa a las tres y pico de la madrugada al celular de Cardozo, pero ella negó haberlo hecho. Querríamos saber qué pasó y si ella estaba al tanto de algo", remarca. 

Katy y su marido, que había vuelto con urgencia de trabajar, barretearon la puerta: la primera imagen con la que se encontraron era espeluznante. "Había ríos de sangre", resume la mujer. 
La vida de Romina –de acuerdo a lo que pudo reconstruir Tiempo Argentino– tuvo un giro a sus 14 años, cuando su madre falleció de cáncer de hígado y su padre, Juan Pedro Martínez, rehizo su vida con Angélica. Por entonces, la joven comenzó a vivir más en la calle que en su casa, pese a que su padre había enrejado su habitación para que no se escapara. La chica lograba romper los candados para alcanzar la calle, donde se sentía contenida. En esos días confusos de la adolescencia conoció a Cardozo.