Cerraron las turbinas y el vertedero de Alicurá para recuperar los niveles, luego de que la gran demanda de electricidad de diciembre consumiera las reservas de agua.
Hace una semana que por la presa Alicurá no pasa una gota de agua. Sus compuertas se cerraron con el fin de recuperar los niveles que había antes de que los picos de calor de diciembre hicieran crecer la demanda de electricidad y la necesaria generación de electricidad. En la zona de Confluencia Traful, la drástica bajante dejó al descubierto grandes costas con arena y polvo volcánico.
La operación de Alicurá y el manejo del agua de su embalse tienen características especiales. La obra frena los caudales que llegan desde los lagos Nahuel Huapi y Traful, antes de recibir el fuerte aporte del río Collón Cura. Y sus erogaciones son rápidamente absorbidas por un gigante: Piedra del Águila.
Un vocero de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC) explicó ayer que "es muy poco lo que embalsa Alicurá" y que su generación es muy útil para "salir del paso" porque no tiene restricciones aguas abajo. De todos modos, es un esquema que no puede sostenerse mucho en el tiempo.
De hecho, es lo que pasó en diciembre: su generación ayudó a inyectar potencia en el pico de demanda provocada por la ola de calor que afectó a todo el país, pero las consecuencias están a la vista.
Desde finales de diciembre, el embalse de Alicurá se muestra en la zona de la confluencia del río Limay con el Traful con varios metros menos de agua que lo normal. De hecho, ayer el agua llegaba hasta la cota 701,09 metros sobre el nivel del mar, más de tres metros menos que en la misma época del año pasado.
La historia de la presa y su embalse muestra marcas similares en otras épocas, algunas no tan lejanas.
Semejante bajante dejó al descubierto orillas de arena y polvo volcánico, que cambiaron la fisonomía de ese bello rincón de la provincia de Neuquén hasta transformarlo casi es una postal balnearia. De hecho, no fueron pocos ayer los automovilistas que hicieron un alto en el viaje para disfrutar de la inusitada playa.
No es la primera vez que el embalse de Alicurá está tan bajo; lo que es nuevo es el ingrediente volcánico de la erupción del Puyehue-cordón Caulle de junio de 2011.
Las consecuencias de esa erupción en Confluencia Traful fueron sumamente molestas porque hubo que soportar nubes de un polvillo que dificultó la visión y la respiración durante meses. Y en la presa debieron hacer maniobras para que las pequeñas piedras volcánicas que bajaban por el río no dañaran las turbinas.
Tampoco es una novedad que se cierren las turbinas y el vertedero de la presa, pero con las condiciones de sequía que arrastra la cuenca desde hace años, la recuperación es lenta.