Logrando escapar por una ventana, dos de las nenas pudieron pedir ayuda. Estaban desnutridas y sucias
Estados Unidos.- El país del norte está conmocionado por un nuevo caso de encierro y abuso de menores. Un matrimonio de Tucson (Arizona), mantuvo cautivas y en condiciones infrahumanas durante más de dos años a sus tres hijas, de 12, 13 y 17 años.
Por fortuna, dos de ellas lograron escapar y llegar a la casa de un vecino, después de que el hombre, su padrastro, las amenazara con un cuchillo.
El pasado martes el padrastro trató de derribar la puerta de una de las habitaciones, mientras blandía el arma, y las chicas consiguieron huir a través de una ventana. Avisaron a la Policía, que regresó a la casa y rescató a la tercera hermana, encerrada en un cuarto.
Por fortuna, dos de ellas lograron escapar y llegar a la casa de un vecino, después de que el hombre, su padrastro, las amenazara con un cuchillo.
El pasado martes el padrastro trató de derribar la puerta de una de las habitaciones, mientras blandía el arma, y las chicas consiguieron huir a través de una ventana. Avisaron a la Policía, que regresó a la casa y rescató a la tercera hermana, encerrada en un cuarto.
Los padres, Fernando y Sophia Richter, de 34 y 32 años, están detenidos y acusados de abuso emocional y físico. Además, afrontan tres cargos de secuestro y, en el caso del hombre, uno de abuso sexual.
Michael Gillooly, capitán de la Policía de Tucson, dijo en una conferencia de prensa que las tres niñas estaban desnutridas y sucias. Además, no las habían dejado bañarse durante meses.
Las niñas también dijeron a las autoridades que sólo las alimentaban una vez al día. La casa estaba llena de cerraduras. Las habitaciones estaban insonorizadas, y los Richter incluso habían colocado toallas en los conductos del aire y en la parte inferior de las puertas.
La policía encontró en el interior de la vivienda donde las jovencitas permanecían cautivas, el diario que desde hacía un año y medio redactaba la mayor de las tres, donde describía su deplorable día a día.
Las chicas, una vez liberadas, fueron limpiadas y alimentadas, y ahora están a cargo de los servicios de menores de Tucson.