Las trabas a las importaciones afectan
rubros impensados. Plomería, pinturas y electricidad enfrentan carencias
de todo tipo. Faltan cubiertas y autopartes para varias marcas de
vehículos.

Por ejemplo, el efecto del cierre al ingreso de productos importados
dejó a los vendedores del rubro plomería sin canillas, partes de
flotantes, sin mangueras perforadas para riego, sin cintas aisladoras de
determinada calidad, faltan candados, que si bien se fabrican en
Argentina, son muchísimos más caros. Pero el colmo es que ni siquiera
pinceles de alta calidad se consiguen porque en esa gama la mayoría son
importados.
Las fábricas locales que pueden reemplazar a los proveedores de
importados, no dan abasto (en parte porque no han invertido en sus
fábricas para un aumento de demanda), o se encuentran conque también
sufren el freno a las importaciones de algunos de los componentes de su
producto. Es decir, un objeto industria argentina puede tener alguna
pieza o componente que sea importado. De este modo, las restricciones
tocan también a los fabricantes.
Existen casos donde las fábricas argentinas no dependen de los
componentes importados, pero su capacidad de producción no alcanza para
satisfacer la demanda creciente.
Como la gente se quedó sin opciones y sin mucho para elegir, termina
comprando industria argentina, cuando ésta está en condiciones de cubrir
esos baches. Y si no se consigue se las ingenian, como en el caso de
las mangueras para riego por goteo, donde los mismos comerciantes se
encargan de hacerle los agujeritos que normalmente vienen de fábrica.
Lo peor del caso es que muchísimos de los productos faltantes están
esperando entre miles de contenedores a que la Aduana los autorice a
ingresar al país, hecho que se produce a cuentagotas.
Según los testimonios, un producto puede esperar hasta 90 días o más en Aduana hasta que efectivamente se autorice su ingreso.
Es llamativo también que muchos de los consultados hayan optado por
preservar su nombre, quizá por temor a las reacciones del gobierno ante
las críticas.
En el rubro electricidad no hablan tanto de faltantes, pero sí de
enormes demoras en recibir un pedido. Lo que antes demoraba en el peor
de los casos una semana, ahora tarda 45 ó 60 días y hasta 90 días. No es
que antes llegaban en una semana desde donde se importaran. El
proveedor tenía stock y podía reponer permanentemente. Ahora venden y
esperan, por lo tanto el comercio minorista también vende y espera
porque no logra mantener el stock.
Llegan con mucha demora las luces de emergencia con leds, faltan
algunos componentes muy específicos del sector y una cinta aisladora muy
demandada, de origen japonés, directamente no se consigue.
El efecto secundario de todo esto indica que no sólo se afecta la
provisión sino también la calidad. Un candado de media o mala calidad
que antes no compraba mucha gente, pero se importaba por millones, ahora
es el más vendido porque con todo este fenómeno terminó siendo el más
accesible. Antes en una misma medida se conseguía de 20, 30, 40 y 50
pesos. Ahora no sólo subieron sus precios, sino que se consigue sólo el
más barato y el más caro. La gente se quedó sin opciones y lo que es
peor, sin opciones de calidad.
No alcanzan las estrategias de los comerciantes y se están acostumbrando a decir "no hay".
