Se sumó un sector de la Bonaerense, que impidió el envío de custodia a un partido. También en Chaco comenzaron los reclamos. Siguieron en Entre Ríos, Santa Fe y Río Negro. Y se agregó Chubut.
Como en ese juego en el que hay que atender cabezas que van asomando cada vez más rápido de distintos agujeros, los focos de protesta policial surgen uno tras otro en las provincias argentinas desde el estallido en Córdoba
del martes pasado y los gobernadores corren a sofocarlos. Con sus arcas
exhaustas, prometen dinero que no tienen con tal de pasar las fiestas
en paz. Pero basta que se solucione un conflicto, para que surja otro en
una provincia vecina. El combo acuartelamiento más saqueos va dejando su marca a lo largo del territorio nacional en otro diciembre caliente.
Ayer, más de un centenar de policías de la bonaerense quemó neumáticos e impidió la salida de móviles de un cuartel de infantería en La Plata, mientras se negaba a prestar servicio en el partido Estudiantes-Tigre.
De
poco sirvieron los anuncios de mejoras en los viáticos y adicionales y
las promesas de ascensos realizadas el sábado por el ministro de
Seguridad, Alejandro Granados.
Los oficiales de la bonaerense
pedían salarios similares a los de la Metropolitana o los que acaban de
acordar sus pares de Córdoba, lo que implicaría duplicar o triplicar
sus salarios básicos. Daniel Scioli debió adelantar su regreso desde
Brasil, mientras llegaban informaciones de ataques a comercios en Mar
del Plata. Tampoco Antonio Bonfatti tuvo suerte con el anuncio de un
bono de fin de año de $ 1.500, mejoras en los adicionales y la promesa
de una mesa de discusión salarial en febrero. Ayer, mientras el
gobernador santafesino recorría Rosario junto al secretario de Seguridad
Sergio Berni (que ordenó el despliegue de más de dos mil gendarmes y
prefecturianos en esa provincia), grupos de policías de franco y retirados continuaban con las protestas frente a las unidades regionales de esa ciudad y de la capital provincial.
El jefe de Gabinete, Jorge
Capitanich, fue recibido en Chaco con una protesta policial que se
inició en Sáenz Peña y rápidamente se extendió al resto de la provincia
con la demanda de recomponer el salario básico de apenas $2.100.
Anoche, mientras Capitanich retornaba por tierra a Buenos Aires por la
suspensión de vuelos en Aeroparque a causa del alerta meteorológico, las
empresas de transporte público de Resistencia cortaban
su servicio y
los negocios bajaban sus persianas por el temor a saqueos mientras no se
resuelva el conflicto policial.
Otro foco de conflicto se produjo en Entre Ríos, con un pico de tensión en Concordia, donde se registraron saqueos a algunos comercios.
El acuerdo alcanzado en Neuquén para duplicar el salario básico de bolsillo de la policía y llevarlo hasta los 10 mil pesos
fogoneó el incipiente conflicto que se había iniciado en las
localidades rionegrinas de Cipolletti, General Roca y Bariloche. Ayer,
fue tomada la jefatura policial de Viedma.
Y se sumó también Chubut.
Ante
la sucesión de hechos, el Gobierno nacional actúa en dos carriles
paralelos que pueden parecer contradictorios. Mientras Capitanich
insiste en que la responsabilidad por la seguridad y los salarios
policiales es de cada provincia y que los gobernadores deben hacerse
cargo, Berni ha movilizado en las últimas horas diez mil gendarmes por distintas zonas del país.
El
miércoles ya se había se creado un comando de acción conjunta con la
provincia de Buenos Aires para prevenir disturbios en el conurbano.
Para
los próximos días, el jefe de Gabinete prepara el anuncio de un alivio
en las deudas provinciales para 2014. Pero diciembre será un mes largo y
caliente, aseguran en la Casa Rosada.