Ocurrió en la madrugada de hoy en Rivadavia casi esquina Villegas. Una
pandilla rompió el frente vidriado de Patagonikus Extreme pero
afortunadamente solo pudo alzarse con pocas cosas. Un vecino y el
sistema monitoreado de alarma fueron decisivos para impedir el saqueo.
Paradójicamente, anoche fue la primera en que el dueño del local cerró las puertas de su negocio con cierta tranquilidad. Pasado el conflicto policial, pasada la seguidilla de saqueos e intentos de saqueo, pensó que su fuente de trabajo estaba a salvo.
Pero no. Hoy a las 5.30 lo despertó personal de monitoreo para avisar
que además de estar sonando la alarma se habían disparado los sensores
de rotura y el de movimiento. También supo en ese momento que había
habido sustracción de mercadería. La Policía ya estaba en el lugar, los
ladrones no. Se supone que huyeron por Rivadavia en dirección a la
montaña. Agentes dieron con un grupo de menores que nada llevaba
consigo.
La rotura de vidrios fue a puro cascotazo. Todo indica que tiraron todas
las piedras a un mismo tiempo para derribar la vidriera completa. Una
de las piedras fue tirada con tal fuerza que se la encontró cinco metros
adentro del local.
Los delincuentes alcanzaron a manotear pocas cosas, se llevaron
chiquitaje. Aún así hubo daño colateral, ya que parte de la mercadería
fue impactada por vidrios y piedras.
Fue un vecino quien avisó a la policía.
El dueño del local, laburante como muchos, ya había sufrido un evento
parecido en marzo de este año. “Conozco mucha otra gente a la que le
intentan entrar, con o sin alarma. Uno se siente cada vez más
desprotegido”, señaló.
El negocio en cuestión vende artículos deportivos. Mientras producimos
esta nota, algunos clientes se acercan a preguntar precios para hacer un
regalo especial a sus hijos. Parece que otra gente se siente con
derecho a robar sin más trámite. Así andamos.