El trabajo infantil re redujo un 66% en 7 años en Argentina pero sigue siendo alta la prevalencia. Realizan tareas en cosechas, fabricación de ladrillos y minería, con los daños graves que eso provoca en su salud física y psicológica. Están ahí, los vemos todos, ¿los vemos todos?
El trabajo infantil se redujo un 66% en siete años en Argentina, pero sigue siendo alta la prevalencia de 34%, que en gran parte se concentra en niños y adolescentes menores de 16 años que realizan tareas en cosechas, fabricación de ladrillos y minería, con los daños graves que eso provoca en su salud física y psicológica.
La presidenta de la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (CONAETI), María del Pilar Rey Méndez, dijo que la última medición que se hizo sobre trabajo infantil en el país corresponde al último trimestre de 2012.
"Esa medición mostró una disminución del trabajo infantil de 66 por ciento respecto de la anterior, que fue entre 2004 y 2005, la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes que trabajan, EANNA", explicó la funcionaria, y manifestó que ese relevamiento se hace cada cinco años.
Un estudio de la Universidad Católica Argentina (UCA) sostuvo que el trabajo infantil afectó al 14,9 por ciento de los niños y adolescentes de entre 5 y 17 años en zonas urbanas en 2013, pero la propensión a que esa franja realice tareas domésticas y económicas disminuyó 2,7 puntos poncentuales en los últimos tres años.
La presidenta de la CONAETI dijo que "todavía hay un 34 por ciento de trabajo infantil en el país", sobre la población encuestada, "que fueron 7.967.214 niños y adolescentes de entre 5 y 17 años en centros urbanos", y consideró que "es mucho y nos obliga a redoblar esfuerzos y compromisos".
Rey Méndez afirmó que la modalidad de trabajo infantil que se registra "continúa siendo en el ámbito agrícola", seguido por tareas en las fábricas de ladrillos y actividades en minería.
El trabajo infantil agrícola se hace en las cosechas y las tareas dependen de las diferentes zafras, expresó la funcionaria, y sostuvo que "trabajan en el secado del tabaco y en la recolección del arándano, entre otras actividades".
Fruticultura, fábrica de ladrillos y cosecha de cebolla
El trabajo infantil en la provincia de Buenos Aires se registra en actividades frutícolas y florihortícolas, en especial en cordones periurbanos, mientras que los menores de 16 años también hacen tareas en fábricas de ladrillos y la cosecha de cebolla.
También se registra trabajo infantil en las fábricas de ladrillos, donde los niños y adolescentes hacen tareas como apiladores.
En los campos de cebolla trabajan como recolectores, en embolsado y descoladotes, mientras también se registra trabajo infantil en comercios.
La cartera laboral recordó que la ley 26.390 prohíbe el trabajo infantil y eleva a 16 años la edad mínima de admisión al empleo en la República Argentina.
En la gran ciudad, el subte y la vía pública
El trabajo infantil en la ciudad de Buenos Aires se registra en el subte, en especial en las líneas B y D, y la vía pública, donde realizan actividades de mendicidad, venta de mercaderías y malabares, mientras más del 70 por ciento tiene domicilio en el conurbano bonaerense.
La actividad de niños que acompañan a sus padres a realizar venta ambulante o mendicidad es considerada como trabajo infantil, informó el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del gobierno porteño.
Los niños a partir de los 12 años realizan tareas de venta ambulante y mendicidad sin acompañamiento de adultos, sostuvo el organismo, y manifestó que las zonas donde se observa mayor concentración de trabajo infantil "son aquellas en las cuales hay mayor tránsito de población, en función de que ello permite una mayor recaudación de dinero".
De ese modo, el trabajo infantil se concentra en el subte y la vía pública, donde hacen actividades de mendicidad, venta de mercaderías y malabares, entre otras.
"¿Los vemos de verdad?"
Ante esta realidad, monseñor Jorge Lozano, afirma que "hay niños cartoneros, acróbatas de semáforos, repartidores de estampitas, vendedores de flores; muchos de ellos regresan muy tarde a casa, duermen poco y mal, se alimentan peor, y se van atrasando lapidariamente en la escuela. Los vemos. ¿Los vemos de verdad? Otros están más ocultos, son casi invisibles. Están esclavizados en talleres clandestinos de ropa de marca, o levantando cosechas a la par de adultos trasladados en camiones y durmiendo en galpones, oprimidos a la par de los adultos. No faltan los mercenarios inescrupulosos que los usan como mulitas para trasladar drogas, o los encierran para venderla. Otros llegan a experimentar el horror del secuestro para su sometimiento a esclavitud sexual de depravados turistas extranjeros o degenerados viciosos locales, para vergüenza de la condición humana"