El contexto nacional sigue perjudicando a la provincia, pero se disimula. La política, con guión de comedia. Las obsesiones de Farizano. El disgusto de los radicales. La acción peronista. El MPN, con peleas palaciegas. Quiroga, el hombre a quien todos los demás enfrentan.
Los candidatos, en una superproducción de diariamente.
La ayuda nacional para Villa la Angostura fue, según la percepción generalizada, insuficiente. La crisis energética está de nuevo presente, con cortes de gas para las industrias y carencia de combustibles, pero se sigue sin anunciar Chihuido I. Los pobres aumentan en número mes a mes, pero el INDEC sigue asegurando que la inflación no llega al 1 por ciento mensual. Los subsidios aumentan, las tarifas no, los precios sí. El Estado comienza a gastar lo que no debería pensando en que tiene reservas.
En fin, nada nuevo.
Lo único nuevo es que este año se renuevan, por así decirlo, los gobiernos, y que la impostación, la burbuja, continuará, hasta inexorablemente entrar en la asunción de la realidad, con las consecuencias que ello tenga.
Simplificado hasta el absurdo, este es el contexto. Lo único que importa es garantizar el triunfo de la reelección, la continuidad. Aunque para ello, en este parto, haya que utilizar fórceps, como en el siglo pasado.
Neuquén es solo un decadente reflejo de estas realidades mayores.
La política tiene cada vez más ingredientes de comedia. Concentrada en el distrito capitalino, se reduce a una exhibición casi obscena de intereses en pugna. No son intereses que representan a distintos sectores ciudadanos, sino a distintos sectores (o directamente personas) políticos, que no es lo mismo.
Martín Farizano, con su sector dramáticamente reducido a quienes no tienen a mano otra opción, intenta utilizar el poder que le queda por el hecho de continuar siendo el intendente hasta diciembre. Mucho de este poder le es insuflado en la oreja por los socios de UNE, que le advirtieron que no hay varios caminos sino uno solo: mantener la coalición, con lo que sea, porque sino el botín o se lo lleva Horacio Quiroga o el MPN.
Farizano hace tal vez lo que el sentido común no aconseja. Es decir, hace lo mismo para buscar el mismo resultado que el del 2007, sin tomar en cuenta que en este 2011 hubo otro resultado, más categórico pero sobre todo más inmediato, en el que su partido, la UCR, apenas superó el 6 por ciento de los votos en toda la provincia.
La UCR sacó menos votos que el PJ, menos que UNE, menos incluso que el MID, un partido inexistente que fue revitalizado como el monstruo de Frankestein por la interna del MPN jugada en la general. Al radicalismo, en realidad, le quedaba como opción más sana buscar la unidad interna, y desde allí negociar. Pero Farizano y Quiroga no solo no son amigos, sino que parece ser que son enemigos. Mala señal, pésimo antecedente: el radicalismo sigue buscando coaliciones en las que quedan afuera muchos radicales.
La decisión tan postergada de la convocatoria a los comicios, la tomó Farizano después de avanzar en negociaciones con el PJ. Por eso hizo lo que los otros socios no querían: llamó a votar en simultáneo con las nacionales. Así, dejó contento al socio mayoritario; con un mohín de disgusto a UNE (que no obstante seguirá en la coalición, porque solo sabe que no puede ganar); y apesadumbrados a todos los radicales, incluyendo a quienes están todavía a su lado.
Como para reafirmar, desplazó de su cargo a un socio minoritario, Julián Villar, sin que pueda entenderse de otra manera más que la de intentar un viraje (¿posible?) en la dramáticamente lenta ejecución de los trabajos públicos que el pueblo juzga sin necesidad de interpretaciones políticas sesudas.
El MPN podría aprovechar tanta política de laboratorio para hacer valer su pragmatismo callejero recolector de votos y recuperar la capital neuquina para un gobierno propio. Pero alguien empezó a escribir un guión que parece más para una obra musical a montar en Broadway que para ejecutar en el barrio San Lorenzo.
El palacio tiene peleas internas que inexorablemente parecen influir en la interna por el distrito capitalino y su recompensa de presupuesto de más de 500 millones de pesos. Así, dos miembros del Gabinete, Rodolfo Laffite, y Zulma Reina, se enfrentan sin más razones que la propia ambición o la disputa entre bandos diferentes en el gobierno.
De cualquier manera que se interprete la situación, es obvio que conspira contra la tradicional conducción de los gobiernos, que no admite disputas menores cuando hay cosas tan importantes a resolver como la mayor crisis económica-ambiental de la historia de Neuquén, surgida por la erupción del volcán Puyehue.
Con alguna conexión con esa disputa, pero intentando usarla a su favor como salida apropiada del consenso eventual, aparece el presidente de CALF, Marcos Silva.
El diputado José Brillo, cuyo mayor logro es lo que se le achaca como defecto, esto es, no tener la bendición de Sapag ni de Sobisch, sigue bien en las encuestas y podría hacer valer precisamente la importancia de generar un espacio nuevo, la famosa “tercera posición” que hasta ahora nunca ha podido triunfar en el MPN.
Y finalmente, está Quiroga. En la gran comedia neuquina, es el que goza de la ventaja de haber conocido la partitura con mayor anticipación. Aquí conviene decir una cosa: todas las encuestas lo dan ganador, ahora, en este momento.
¿Cómo es posible que un hombre que estuvo con el kirchnerismo de manera apasionada, fue funcionario del gobierno, luego expulsado del paraíso por decisión propia, después reconvertido opositor, perdidoso en la interna radical, fundador en las sombras de un nuevo partido, ahora encabece las encuestas ciudadanas?
Una parte de la historia, evidentemente, se explica por sus dos gestiones anteriores. La otra, simplemente, se justifica en la comedia política neuquina.
El 23 se levantará el telón. Pasen y vean.
Rubén Boggi
Los candidatos, en una superproducción de diariamente.
La ayuda nacional para Villa la Angostura fue, según la percepción generalizada, insuficiente. La crisis energética está de nuevo presente, con cortes de gas para las industrias y carencia de combustibles, pero se sigue sin anunciar Chihuido I. Los pobres aumentan en número mes a mes, pero el INDEC sigue asegurando que la inflación no llega al 1 por ciento mensual. Los subsidios aumentan, las tarifas no, los precios sí. El Estado comienza a gastar lo que no debería pensando en que tiene reservas.
En fin, nada nuevo.
Lo único nuevo es que este año se renuevan, por así decirlo, los gobiernos, y que la impostación, la burbuja, continuará, hasta inexorablemente entrar en la asunción de la realidad, con las consecuencias que ello tenga.
Simplificado hasta el absurdo, este es el contexto. Lo único que importa es garantizar el triunfo de la reelección, la continuidad. Aunque para ello, en este parto, haya que utilizar fórceps, como en el siglo pasado.
Neuquén es solo un decadente reflejo de estas realidades mayores.
La política tiene cada vez más ingredientes de comedia. Concentrada en el distrito capitalino, se reduce a una exhibición casi obscena de intereses en pugna. No son intereses que representan a distintos sectores ciudadanos, sino a distintos sectores (o directamente personas) políticos, que no es lo mismo.
Martín Farizano, con su sector dramáticamente reducido a quienes no tienen a mano otra opción, intenta utilizar el poder que le queda por el hecho de continuar siendo el intendente hasta diciembre. Mucho de este poder le es insuflado en la oreja por los socios de UNE, que le advirtieron que no hay varios caminos sino uno solo: mantener la coalición, con lo que sea, porque sino el botín o se lo lleva Horacio Quiroga o el MPN.
Farizano hace tal vez lo que el sentido común no aconseja. Es decir, hace lo mismo para buscar el mismo resultado que el del 2007, sin tomar en cuenta que en este 2011 hubo otro resultado, más categórico pero sobre todo más inmediato, en el que su partido, la UCR, apenas superó el 6 por ciento de los votos en toda la provincia.
La UCR sacó menos votos que el PJ, menos que UNE, menos incluso que el MID, un partido inexistente que fue revitalizado como el monstruo de Frankestein por la interna del MPN jugada en la general. Al radicalismo, en realidad, le quedaba como opción más sana buscar la unidad interna, y desde allí negociar. Pero Farizano y Quiroga no solo no son amigos, sino que parece ser que son enemigos. Mala señal, pésimo antecedente: el radicalismo sigue buscando coaliciones en las que quedan afuera muchos radicales.
La decisión tan postergada de la convocatoria a los comicios, la tomó Farizano después de avanzar en negociaciones con el PJ. Por eso hizo lo que los otros socios no querían: llamó a votar en simultáneo con las nacionales. Así, dejó contento al socio mayoritario; con un mohín de disgusto a UNE (que no obstante seguirá en la coalición, porque solo sabe que no puede ganar); y apesadumbrados a todos los radicales, incluyendo a quienes están todavía a su lado.
Como para reafirmar, desplazó de su cargo a un socio minoritario, Julián Villar, sin que pueda entenderse de otra manera más que la de intentar un viraje (¿posible?) en la dramáticamente lenta ejecución de los trabajos públicos que el pueblo juzga sin necesidad de interpretaciones políticas sesudas.
El MPN podría aprovechar tanta política de laboratorio para hacer valer su pragmatismo callejero recolector de votos y recuperar la capital neuquina para un gobierno propio. Pero alguien empezó a escribir un guión que parece más para una obra musical a montar en Broadway que para ejecutar en el barrio San Lorenzo.
El palacio tiene peleas internas que inexorablemente parecen influir en la interna por el distrito capitalino y su recompensa de presupuesto de más de 500 millones de pesos. Así, dos miembros del Gabinete, Rodolfo Laffite, y Zulma Reina, se enfrentan sin más razones que la propia ambición o la disputa entre bandos diferentes en el gobierno.
De cualquier manera que se interprete la situación, es obvio que conspira contra la tradicional conducción de los gobiernos, que no admite disputas menores cuando hay cosas tan importantes a resolver como la mayor crisis económica-ambiental de la historia de Neuquén, surgida por la erupción del volcán Puyehue.
Con alguna conexión con esa disputa, pero intentando usarla a su favor como salida apropiada del consenso eventual, aparece el presidente de CALF, Marcos Silva.
El diputado José Brillo, cuyo mayor logro es lo que se le achaca como defecto, esto es, no tener la bendición de Sapag ni de Sobisch, sigue bien en las encuestas y podría hacer valer precisamente la importancia de generar un espacio nuevo, la famosa “tercera posición” que hasta ahora nunca ha podido triunfar en el MPN.
Y finalmente, está Quiroga. En la gran comedia neuquina, es el que goza de la ventaja de haber conocido la partitura con mayor anticipación. Aquí conviene decir una cosa: todas las encuestas lo dan ganador, ahora, en este momento.
¿Cómo es posible que un hombre que estuvo con el kirchnerismo de manera apasionada, fue funcionario del gobierno, luego expulsado del paraíso por decisión propia, después reconvertido opositor, perdidoso en la interna radical, fundador en las sombras de un nuevo partido, ahora encabece las encuestas ciudadanas?
Una parte de la historia, evidentemente, se explica por sus dos gestiones anteriores. La otra, simplemente, se justifica en la comedia política neuquina.
El 23 se levantará el telón. Pasen y vean.
Rubén Boggi