Breve Reseña

Esta emisora de radio nace por una necesidad de comunicación que tenía la zona de Piedra del Aguila y sus alrededores.
Por aquellos tiempos un soñador llamado Oscar Isaac Lillo emitía por primera vez un 13 de octubre de 1986, la radio experimental Piedra del Aguila en amplitud modulada.
El objetivo siempre fue servir a las instituciones, destacar los parajes, sus pobladores (que por diversos motivos aun continuan aislados en zonas rurales), el mensaje comunitario, el llamado urgente etc., son frases que se destacan en la actualidad.
Los pobladores de estos lugares siempre están espectantes de la información y diversos acontecimientos que se producen en la localidad, en el País y el exterior debido a la cambiente realidad actual.
Hoy el medio de comunicacion va actualizandose tecnologicamente de acuerdo a las innovaciones que se producen en el campo de la radiodifusión.

La señorita Hesayne, la lluvia, la escuela

Escuelas, institutos y facultades suspendieron clases este lunes porque llovía. Algo ha cambiado en este país: ¿la responsabilidad? ¿Las ganas? ¿O simplemente estamos cada vez más boludos?

Escuelas primarias, secundarias, y también facultades de la Universidad Nacional del Comahue, anunciaron durante la mañana de este lunes la suspensión de sus actividades, por la lluvia. Así, la naturaleza y su particular interpretación de parte de la burocracia estatal regional, consiguieron un nuevo lauro para añadir al palmarés de la ineficacia: un día menos de clases porque llovía.

No pasará a la historia, pero es digno de destacar. Y de preguntarse: ¿por qué una lluvia, común y silvestre, consigue cerrar escuelas? ¿Por qué, especialmente en una región donde llueve cada tanto, en un régimen pluviométrico que oscila apenas en los 180-200 milímetros anuales?

Pensando estas cosas elementales, recordé a la señorita Hesayne, mi maestra (y directora de escuela) de tercer grado, en la primaria Nº 22, Constancio C. Vigil, de Azul, provincia de Buenos Aires.

Me acordé de ella porque cierta vez, que llovió más de 100 milímetros en pocas horas, y todo el barrio se inundó (calles de tierra, pocas casas, zona semi-rural),y nosotros, ilusos alumnos, pensamos que las clases se suspenderían en razón de lo intransitable que estaban las calles, ya que se “encajaban” hasta los tractores.

Entonces vimos llegar desde nuestra casa, que quedaba frente mismo a la escuela, a la señorita Hesayne, y a las otras dos maestras, en un carro tirado por un caballo miserable, tapadas con impermeables y paraguas.

La señorita Hesayne se bajó del carro, metió las botas de goma hasta la caña en el barro y el agua, chapoteó con alegría, y nos dijo: “¡Vamos, chicos, que está hermoso para hacer unas tortas fritas!

Tuvimos clases, claro.

En aquella época, teníamos clases todos los días del año.

Rubén Boggi