Breve Reseña

Esta emisora de radio nace por una necesidad de comunicación que tenía la zona de Piedra del Aguila y sus alrededores.
Por aquellos tiempos un soñador llamado Oscar Isaac Lillo emitía por primera vez un 13 de octubre de 1986, la radio experimental Piedra del Aguila en amplitud modulada.
El objetivo siempre fue servir a las instituciones, destacar los parajes, sus pobladores (que por diversos motivos aun continuan aislados en zonas rurales), el mensaje comunitario, el llamado urgente etc., son frases que se destacan en la actualidad.
Los pobladores de estos lugares siempre están espectantes de la información y diversos acontecimientos que se producen en la localidad, en el País y el exterior debido a la cambiente realidad actual.
Hoy el medio de comunicacion va actualizandose tecnologicamente de acuerdo a las innovaciones que se producen en el campo de la radiodifusión.

Abandono de una tierra adversa

El departamento de Catán Lil es el menos poblado de la provincia. Las Coloradas, su principal localidad, sufre los efectos de varios años de sequía y de la falta de opciones para los jóvenes.
Por ROMINA ZANELLATO

Las Coloradas El departamento Catán Lil es manso y apacible en apariencia. Es el que menor población tiene, el que más densidad rural posee y es el que protagoniza los cambios demográficos más notables en la provincia.
Es el desierto y es la sequía. Sólo hay una ciudad, Las Coloradas, con menos de mil habitantes. El ritmo de vida es tranquilo, las distancias son enormes, el paisaje infinito. El lugar es de una hermosura incalculable y también de una violencia imposible de ocultar.
Su belleza proviene de la simpleza de la gente, del caudaloso río Catán Lil, de los riscos de su precordillera, de la enorme cantidad de tierra. La opresión tal vez esté relacionada exactamente a todo lo anterior. Un pueblo chico, un río inaccesible, grandes campos cercados, sequía.
Su población no está quieta. Hay esperanza, hay deseos de cambio. Los jóvenes se van a estudiar afuera. Algunos vuelven, otros no. Quieren progresar. Y el futuro está ligado a un puesto laboral y a una formación técnica, que no siempre encuentran allí.
Los cambios que atraviesa Catán Lil se manifiestan en los censos nacionales de 2001 y 2010. Allí se muestra que es el único departamento que decrece en la provincia. Tiene un 12,7% menos de población entre un censo y el otro. Son 300 personas las que se fueron en diez años. ¿Por qué? ¿A dónde?
Al llegar a Las Coloradas, que está emplazado en un valle al pie de la precordillera y del majestuoso río Catán Lil, lo primero que se ve es la arbolada de tonos rojizos, el orden en las calles limpias, la gente joven que se mueve.
Hace un año esa misma gente fue la que logró destituir a un intendente del cual desconfiaban y, después de tener el municipio intervenido durante unos meses, el 10 de diciembre votaron a uno de esos jóvenes, Lucrecio Varela, el mecánico del pueblo.
"El que vive en Las Coloradas es porque le gusta", dice convencido. Es la única población del departamento con red eléctrica. Tiene graves problemas de agua que se estarían por solucionar pronto gracias a un convenio que hizo con la Provincia para mejorar el sistema de bombeo. Tampoco tienen gas, todos se calefaccionan a leña. El intendente dice que la clave es golpear las puertas en Neuquén capital y trabajar con los que prestan atención y voluntad.
Él es uno de los nacidos que se fue y volvió para quedarse hace 12 años. Hoy tiene 44 e intenta impulsar el pueblo. El problema más grande que tiene es la falta de fuentes de trabajo que no dependan del municipio, casi no hay emprendimientos privados.

Tierra seca

En Catán Lil hay ocho comunidades mapuches que viven en la estepa. El problema más grande que sufren en la sequía. No llueve lo suficiente hace años. No existen más los cursos naturales de agua que antes había. Encima, la ceniza. El ganado se les muere. Se empobrecen.

Se van

En Las Coloradas hay una fundación llamada Hue Che que funciona hace 28 años dando alojamiento a 35 chicos de las zonas rurales. Tienen convenio con el CPEM 75 para que cursen el secundario de mañana y por la tarde asisten a los talleres de oficio que se dictan en la fundación: soldadura, electricidad, carpintería, recursos legales de la organización, informática, interculturalidad, educación básica y otros cursos cortos de chacinado, esquila, cuero, etc.
Uno de los directores de la fundación, Bonifacio Enrique, explica que los chicos se van de la zona rural a Las Coloradas a capacitarse y que son pocos los que vuelven a la comunidad. "Los padres apuestan a una pequeña la producción ganadera pero no hacia los hijos. Los padres también incentivan para que ellos se vayan", explica Enrique.
Paola Sandoval, también directora de Hue Che, dice que las aguadas están desapareciendo en las comunidades por la sequía y que la producción ganadera se muere, ya no pueden subsistir las familias con ese ingreso entonces los jóvenes quieren buscar otra cosa, trabajos más técnicos. "Lo agrícola se dejó de lado en los jóvenes, hay un rechazo", coinciden.
Lo que más preocupa a algunas comunidades, que cada año pierden más cantidad de jóvenes, es la pérdida de la identidad mapuche.

Migración

El cura del pueblo, Martín Gottle, un alemán que vive en Las Coloradas hace más de dos décadas, mira las montañas desde su ventana. Le preocupa la autoestima del pueblo, que los habitantes se olviden de su fuerza y de la riqueza que los rodea.
Toma mate y habla de su huerta. El frío no echó a perder su lechuga. Le dedicó mucho esfuerzo a cultivar su trozo de tierra. "Si se riega lo suficiente acá brota cualquier cosa", dice. Y ahí está el quid de la cuestión, el agua.
Durante tres días a la semana el padre circula por las comunidades de la zona rural y observa que la faltante de agua es la causa del empobrecimiento. Que el nivel bajo de producción obliga a los jóvenes a buscar nuevos horizontes.
"Antes era normal ver familias muy numerosas, de 7 u 8 hijos. El decrecimiento acá no es por falta de hijos. Hoy cuando uno va a verlos, de esas familias sólo quedan los padres porque los hijos emigran en busca de trabajo", describe.
También es cultural para él, porque una vez que emigraron les resulta difícil volver porque se acostumbran a la red eléctrica, a la televisión, a internet, al celular que en Las Coloradas no se puede tener de la misma manera.

Al municipio o a la capital

Las Coloradas está a 120 km de Zapala por la Ruta Nacional 40 y la Provincial 24 hacia el sur. Si bien tiene dos buenas conexiones, está escondido en el valle. Para llegar al pueblo hay que querer encontrarlo. El río está cercado por un campo privado durante muchos kilómetros a la par de la ruta provincial.
El valle se plantea con enorme soberbia ante los ojos del viajero. La inmensidad es incalculable. Miles de kilómetros de desierto y montes. A la orilla del río unas pocas casas antes de que se inicie la precordillera.
En ese pueblo que no conoce el asfalto, caminan abrazadas tres adolescentes que luchan contra el viento helado. Gimena y Carla tienen 14 años, Daniela 17, van todas a segundo año de la secundaria. "Yo me quiero ir lejos, como todos", dice Gimena. "Todos planifican irse a Neuquén a estudiar y son pocos los que vuelven después".
Carla y Daniela tienen sus hermanos estudiando en otras ciudades, Zapala y Cutral Co fueron las elegidas. Se van porque no hay trabajo, que si no consiguen entrar al municipio no hay más nada que hacer.
El intendente Lucrecio Varela comentó que al asumir había mucha gente con diferentes planes y no contraprestaban. Eso cambió, les pidió que por lo menos limpien el pueblo. Tiene casi 100 personas en planta permanente y 200 contratados.
"La masa salarial se lleva casi todos los recursos del municipio", afirma. Varela dice que el pueblo no decrece, que es la gente de las zonas rurales las que se van en busca de trabajo en las petroleras o en cualquier empresa productiva.
En el hospital, cebando mates y mirando por la ventana está Alicia Pintos, enfermera hace 34 años. "Tengo más historia que este edificio", bromea. Su historia se repite entre las madres de la zona. Tiene dos hijos, los dos están en Neuquén capital. Uno estudia enfermería y está por terminar, tal vez se vuelva a trabajar junto con su madre, porque siempre hacen falta enfermeros en esas zonas.
En cambio, el otro está buscando trabajo en la ciudad y no pretende volver. "Quiero lo mejor para ellos pero me gustaría que volvieran. Tal vez uno lo haga, yo creo que sí", dice esperanzada.