Cazaron y despostaron entre 34 y 40 ciervos en la costa del lago Nahuel Huapi, en un predio cuyo uno de los ingresos pasa junto al puesto del guardaparque y cerca de la caminera neuquina. Tanta carne tiene un evidente fin de comercialización, lo más probable en Bariloche. Por eso la falta de control le cabe también a la policía rionegrina y a la Municipalidad.
Sin compasión: los furtivos realizaron un verdadero desastre con los animales. Foto: El Cordillerano.
En pleno Parque Nacional Nahuel Huapi, en la costa del lago, a pasos del puesto caminero de la Policía de Neuquén, Gendarmería y Parques Nacionales, aparecieron los restos óseos de al menos 34 ciervos que se ven en la fotografía, y pueden llegar a 40 considerando otros animales escondidos entre los arbustos, que vio quien hizo las tomas.
El lugar está a poco más de 500 metros de las fuerzas, desde la boca del Limay hacia Puerto Americano. Se trata del campo cuyo propietario es conocido y tuvo un conflicto por caza clandestina en el último año.
El testigo también divisó una cierva herida de bala en un cuarto trasero, a la que los presuntos cazadores furtivos abandonaron sin un ápice de compasión.
En la faena no estaban los cuartos ni las paletas y también se llevaron todos los cueros.
Apenas vio el desastre y conocedor del campo, descartó inmediatamente la posibilidad de que fueran vacas: los ladrones de ganado comercializan más que nada los costillares, que es la parte de mayor valor comercial. Tampoco los restos guardaban similitud con los de la vaca.
Y aunque se tratara de vacas, también hay un delito en el sacrificio y faena en ese sitio.
Para matar semejante cantidad de animales debieron haber hecho muchísimos disparos de fusil, probablemente cientos. ¿Ninguno de los uniformados del sector los escuchó? Con los primeros estampidos, los animales huyen. ¿Cómo hicieron semejante masacre? ¿Eran varios?
¿Los mataron en otros lugares y los transportaron en camión o en varias camionetas hasta ahí, sin llamar la atención de nadie, para faenarlos? Es la posibilidad más inverosímil.
Los cazadores legales lo hacen en lugares permitidos y en cantidades habilitadas, y también tienen que observar reglas para la faena.
Semejante cantidad de carne tiene un evidente fin de comercialización, lo más probable que en restaurantes de Bariloche y la zona.
Por eso, el eventual tráfico y comercialización ilegal de carne, además de a las autoridades asentadas en la costa neuquina del lago Nahuel Huapi, le compete a la policía rionegrina –que tiene un puesto caminero que suele detectar este tipo de infracciones- y a la Municipalidad, que debe controlar la carne silvestre que venden los restaurantes y ahumaderos, y las guías de sacrificio y faena.