Lo dijo la diputada nacional del Frente para la Victoria Nanci Parrilli en el “Foro por una nueva independencia” realizado la semana pasada en Neuquén.
Más racismo que ignorancia fue lo que expresó Nanci Parrilli, diputada nacional del FpV por Neuquén, en el foro organizado por la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional encabezada por Ricardo Forster, el día 28 de noviembre en el Aula Magna de la Universidad Nacional del Comahue.
Desde un eurocentrismo puro, Parrilli dijo que “el pueblo mapuche es muy laborioso pero no tiene cultura de trabajo, lo importante es poder lograr un sustento para que estos pueblos no sean sojuzgados por estas economías que hacen que terminen cultivando coca o algún estupefaciente o terminar toda la vida dependiendo de un subsidio”. Además de constituir un grave error conceptual e histórico, su discurso no dista del discurso genocida del siglo XIX sobre “el indio flojo y borracho”.
Comenzó apelando al mito K del dialogo intercultural que tendría como símbolo el recibimiento que hizo la presidenta a la Marcha de los Pueblos Originarios realizada el 25 de Mayo de 2010. “En las leyes se ven reflejadas las grandes transformaciones y cómo se han roto esos viejos paradigmas. El 25 de mayo cuando la presidenta recibió en la Casa Rosada a los pueblos originarios de todo el país fue un gesto muy importante para todos nosotros, por primera vez los pueblos fueron escuchados y esto se fue traduciendo en diferentes leyes como el Código Civil, son estas transformaciones culturales que a nosotros nos cuesta tanto entender como lo es la propiedad comunitaria”. Lo que no dice es que esa misma propiedad comunitaria es la que se viola en todos los pueblos originarios, de la cual nunca hizo un relevamiento serio como lo estipulaba la misma Ley de Emergencia Territorial que el kirchnerismo pregonaba. Tampoco dice que el concepto introducido en el nuevo Código Civil fue desaprobado por los pueblos originarios por reducir la propiedad ancestral a una simple propiedad de asociación civil.
Siguiendo el relato K, y en un sincretismo cargado de cinismo, quiso legitimar la entrega a Chevron y la hidrofractura con un intento de discurso de género. “El petróleo también es cosa de mujeres, estamos trabajando y ya tiene media sanción la ley para que el 30 % de los nuevos puestos de trabajo pueda ser ocupado por mujeres en hidrocarburos” dijo. Una afirmación descarada e insensible en una provincia en la cual la ruta del petróleo se ha convertido en la ruta de la trata y la prostitución.
El tema que ignoró olímpicamente fue la lucha en curso de la comunidad Campo Maripe de Loma Campana, sobre los cuales pesa en lo cotidiano la explotación de Vaca Muerta. Decir algo al respecto, desde el principal partido impulsor de este atropello, sería una confesión de partes.
Neocolonialismo nac&pop
Más allá de la ignorancia demostrada por la diputa Parrilli, lo que sucede en Argentina y en otros países latinoamericanos denominados progresistas, es una nueva forma de racismo hacia los pueblos originarios. Reconocidos teóricos de la interculturalidad y la descolonialidad como Catherine Walsh o Josef Estermann han alertado sobre este neocolonialismo. Se trata de aprobar leyes que vienen diseñadas por el Banco Mundial para maquillar una estructura económica y de poder que continúa intacta. Lo dicen incluso de Bolivia y de Ecuador, dos estados cuyas constituciones han declarado la plurinacionalidad y han dado reconocimientos culturales a las distintas nacionalidades que los integran. Si bien es un cambio cultural importante que las personas indígenas viven subjetivamente con entusiasmo, sólo se realiza en el plano simbólico y, como vemos con la entrega a Chevron votada con represión, deja intactas las relaciones de poder en los cuales siguen siendo las transnacionales y la burguesía nacional las únicas que se benefician de la situación.