Reactivan el polo de la actividad ubicado en Alicura y Piedra del Águila. Hay desarrollos de menor escala en el norte de la provincia. En el Limay se producen 1.200 toneladas por año.
NEUQUÉN (AN).- La piscicultura se encuentra en plena etapa de recuperación en Neuquén en busca de superar el terreno perdido luego de la experiencia fallida de una empresa que dejó nichos de mercado sin cubrir.
La actividad tiene dos polos de producción en la provincia, uno intensivo en el embalse de Alicura y Piedra del Águila, y en la zona norte en la que hay piscicultura a pequeña escala. "Toda la actividad está enmarcada en la ley 1.996 y el Centro de Ecología Aplicada de Neuquén, CEAN, regula los criaderos", dijo Leonardo Molinari, titular del organismo.
En Alicura hay nueve criaderos en base a jaula y en Piedra hay uno. Todos producen la conocida trucha de 350 o 400 gramos tamaño plato. En la zona norte está permitido en la cuenca del río Neuquén a escala familiar porque "es una excelente alternativa por las proteínas de alta calidad y muchos crianceros pueden aprovechar los arroyos".
Indicó que la cría intensiva de truchas se realiza en base a alimentación comercial y una porción del alimento que queda como fósforo y nitrógeno quedan en el ambiente, por lo que esta actividad está limitada a los embalses.
Describió que en Alicura hay nueve emprendimientos y cada uno de ellos posee una cantidad variable de jaulas, estructuras flotantes de hierro que pueden ser de 6 por 6 metros o de 10 por 10, sobre las que se cuelgan redes que tienen seis metros de profundidad. "Del 100 % de la acuicultura que se hace en Argentina, el 80% está formado por la producción de Alicura", contó.
La producción de truchas se industrializa en Bariloche donde existe la única planta de faena. El CEAN está trabajando en un proyecto para hacer alimento balanceado utilizando como materia prima los desechos de faena de las truchas.
En el embalse del Limay se producen entre 1.000 y 1.200 toneladas. Hace siete años había una empresa que exportaba a Estados Unidos y Europa, que luego de su venta abandonó el negocio de la colocación de este producto en el exterior. Lo que se producía se vendía en el mercado interno que colapsó y, en función de la situación económica también se redujo porque el kilo de este producto es superior, por ejemplo, al de la merluza que logra captar el paladar argentino.
"Ahora hay productores que abrieron de nuevo el mercado exterior y quedó abierto el nicho argentino para los criadores más chicos", describió Molinari.
Alicura está libre de denuncias obligatorias por lo que no hay traza de antibióticos en los peces.