Guillermo elía/Camilo Ciruzzi
Enviados especiales a Chile
policiales@lmneuquen.com.ar
NEUQUÉN
La frontera argentino-chilena, en sus 339 kilómetros de extensión en Neuquén, es demasiado porosa: hay 32 pasos clandestinos que utilizan los narcos para cruzar la droga al otro lado de los Andes. Son cruces naturales, algunos intransitables en invierno, que no están mapeados pero son conocidos por los baqueanos de la zona que pasan la droga (devenidos en “burreros”). La mayoría de estos pasos ilegales se cruzan a pie, a caballo, en moto o cuatriciclo. Hasta en auto.
En lo que va del año los organismos oficiales de ambos países han incautado 1,6 toneladas de droga: 800 kilos en Chile y 806 en Argentina. Pero las autoridades fronterizas calculan que no menos de 15 toneladas de marihuana ya han atravesado la frontera.
Para los traficantes, el negocio es muy tentador: les genera enormes ganancias. El kilo de marihuana se adquiere en la Triple Frontera, a orillas del río Paraná, a 60 dólares. El cargamento puesto en Neuquén ya trepa a los 600 dólares. Cuando llega a la frontera con Chile su valor se duplica y el kilo asciende a 1.300 dólares. En la medida que baja a los centros urbanos del vecino país crece aún más. En Temuco vale 1.600 dólares, y en Santiago de Chile 2.000 dólares aquel mismo kilo que partió a un precio de 60.
Es decir: entre origen y destino, el valor inicial se multiplica más de 33 veces. En el camino surge el efecto derrame. Porque hay que pagar la logística, a los intermediarios y -en algunos casos- a funcionarios o efectivos de fuerzas de seguridad para que miren hacia otra dirección.
Para las organizaciones narco, la frontera neuquina es atractiva porque cuenta con 7 pasos habilitados: Pino Hachado, Icalma, Mamuil Malal, Hua Hum, Carririñe, Samoré y Pichachen. Y están abiertos todo el año, salvo eventualidades.
Pero sobre todo, la frontera también les ofrece 32 pasos naturales que ya usaban los habitantes ancestrales de la región. Lo central es que no están custodiados, y los utilizan baqueanos, crianceros y trashumantes, además de los “burreros” (que en otras fronteras del país se conocen como “mulas”).
Las dos rutas que ingresan a Neuquén, la 40 y 22, son verdaderas autopistas que conducen a la frontera (ver recuadro).
LM Neuquén realizó el largo camino provincial que arranca en los puentes carreteros y concluye en Pino Hachado. En ese recorrido hubo una constante: los controles brillaron por su ausencia.
Recién al arribar al paso internacional la labor del control se hizo sentir por el personal de Aduana-AFIP que, de observar algo irregular, convoca a Gendarmería Nacional.
En lo que va del año, en los pasos más transitados -Samoré, Icalma, Pino Hachado y Mamuil Malal- se incautaron 806 kilos de marihuana que iba oculta en vehículos con doble fondo. Los hallazgos fueron producto de la pericia de los controladores y el olfato de los perros entrenados para detectar droga.
“Acá se hace lo humanamente posible, pero cuando hay mucha gente no podés inspeccionar detenidamente a todos y se complica. Además, tenemos un montón de pasos alternativos por los que se trafica y en los que nosotros no tenemos injerencia”, reveló bajo reserva de identidad un miembro del organismo fiscal nacional.
“Es un colador”
“La cordillera a esta altura es un colador. Hay 32 pasos no habilitados que comunican con Neuquén. Por ahí, transitan los arrieros y se hace muy difícil controlarlos. Y como es rentable la droga, la gente de cordillera ha cambiado su forma de vivir. Ahora, la agricultura y la ganadería la alternan con el resguardo y acopio de droga”, confió Juan Carlos de la Fuente Amaya, titular de la Policía de Investigaciones chilena (PDI), en Temuco, a este diario.
Por su parte, Rodrigo Arroyo Olave, jefe del grupo Orden y Seguridad 7 (OS7), se sinceró: “Va a ser imposible evitar que ingrese marihuana a Chile desde Neuquén. Los pasos no habilitados que se nombran para el tráfico de drogas son 27, entre ellos El Arco, Pino Solo y Batea Mahuida”.
Del lado argentino, un funcionario de la fuerza de seguridad en la frontera admitió que “hay muchos pasos que se hacen en vehículo y que del lado chileno son verdaderas autopistas. En San Martín de los Andes tenemos huellas de que mochileros cruzan a pie, y a la vera de Icalma hay caminos que permiten evitar los controles con facilidad”.
Producto de la cantidad de atajos para sortear las aduanas es que la PDI está trabajando con infiltrados y escuchas telefónicas. Así lograron detectar diez organizaciones chilenas traficando por la frontera neuquina y también descubrieron la modalidad que utilizan: una vez que la marihuana llega a la frontera, todo queda en manos de los “burreros”, que son baqueanos que conocen la geografía cordillerana y los pasos clandestinos que se pueden transitar según la estación del año.
Modalidad de tráfico
“La droga se acopia primero del lado argentino”, explica el subprefecto responsable de la división narcóticos de la PDI, Aldo Villablanca. Para ello se utilizan las localidades más cercanas: Zapala, Las Lajas, San Martín, Junín y Chos Malal. Desde esos puntos se emprende la avanzada a la frontera, preferentemente en la oscuridad de la noche.
“El burro chileno se junta en el límite con el burro argentino, se traspasan la droga, y el burro chileno la guarda en un punto a unos 300 metros del límite, donde la entierra. El viaje lo hace a caballo para poder transportar hasta 30 kilos de droga. Así van haciendo viajes y acopio, y han llegado a los 500 kilos”, detalló el subprefecto.
Las organizaciones narco chilenas manejan el negocio en forma parcelada. “El burrero no sabe a quién le va a entregar la droga. De Chile lo llaman y le pasan un teléfono del tipo al que le tiene que hacer la entrega, que se denomina solado, y que es el que más riesgo corre. Se contactan y coordinan la entrega”, describió Villablanca.
Los narcos chilenos no son improvisados y apuestan a la tecnología para mantener fluido el tráfico. “El burrero de antes se cargaba un saco al hombro y andaba. Ahora cuentan con teléfono satelital, GPS y hasta visores nocturnos, porque la tecnología está a la alcance de todos y lo toman como una inversión”, explicó el jefe de narcóticos de la PDI.
El negocio narco en Chile se sostiene por los contactos que hay con argentinos de acuerdo con las investigaciones del OS7, el grupo especial de Carabineros que combate el narcotráfico.
“El contacto se efectúa con un argentino para la comercialización. Es muy raro que la droga que llega a Chile no venga producto de un intermediario argentino. Ellos manejan los contactos con el Paraguay”, aclaró Arroyo Olave.
Nadie descarta la existencia de vuelos narco, aunque todavía no los han detectado. “Pero todo es posible -concluye de la Fuente Amaya- en materia narcotráfico”.
El ritual de los “burreros”
Neuquén
En la frontera del lado chileno confluyen lo pagano y lo religioso. Traficar podrá ser un trabajo al margen de la ley, pero antes de hacer sus encomiendas los “burreros” se ponen en manos de la Virgen y respetan ciertos rituales, por cábala. “Cuando salen a trabajar le prenden una vela a la Virgen y le leen una leyenda para que los acompañe en la labor”, cuenta el director de narcóticos de la Policía de Investigaciones chilena, Aldo Villablanca. “No te puedo decir que utilizan éste o aquel paso, porque el ‘burrero’ también se maneja por la cábala: si un paso nunca le trajo problemas, lo sigue usando. Y hay veces que se niegan a traer cocaína porque siempre se manejaron con marihuana y no quieren romper la cábala”, revela el funcionario policial.
Las autopistas provinciales
NEUQUÉN
Dos rutas nacionales ingresan a Neuquén: la 40 por el Norte y la 22 por el Alto Valle de Río Negro. La ausencia de controles policiales o de Gendarmería Nacional las ha convertido en autopistas hacia los pasos fronterizos, legales y clandestinos.
En la 40, desde el límite con Mendoza, en Malargüe, hasta el centro de la provincia existen al menos dos puestos fijos: uno en la frontera y otro a la salida de Chos Malal.
En la 22 los puestos fijos son más, por el mayor volumen de tránsito. Se encuentran en los puentes carreteros entre Cipolletti y Neuquén, en la Báscula en el acceso a Senillosa, en el ingreso a Plaza Huincul y antes de Zapala.
Ocasionalmente, personal del Escuadrón Núcleo de Gendarmería opera en el acceso a los puentes carreteros y en la Báscula, pero en casos puntuales; con mayor frecuencia la Policía neuquina es la que trabaja en esos puestos.
La dinámica es totalmente distinta en los pasos fronterizos: entre las 9 y las 20 opera personal de Migraciones, AFIP-Aduana y Gendarmería Nacional. Cuando se cierran los pasos, se encarga del resguardo la fuerza de seguridad.
Del lado chileno sí existen controles ruteros, pero no tienen el nivel de rigurosidad de los pasos aduaneros del ingreso al país. Desde la frontera hacia Temuco existen varios caminos y huellas. En el triángulo formado por Temuco y los pasos Pino Hachado e Icalma hay un camino clave: La Fusta. Son 60 kilómetros de ripio que transitan mucho los “burreros”. Hacia él confluyen cientos de huellas apenas visibles y caminos apenas transitables, que bajan de las montañas o salen de bosques tupidos.