Se han duplicado los casos de abigeato entre Junín y San Martín de los Andes, con cuantiosas pérdidas para los ruralistas. Vacas, vaquillonas, terneros, toros... todo cae en el radar de los salteadores de campos.
Hasta se llevaron un reproductor Hereford valuado en 75.000 pesos. Roban para vender la carne en un lucrativo mercado negro pero también para engrosar sus propios rodeos. Preocupan los hechos en los que los cuatreros han disparado a puesteros y policías.
Por Fernando Bravo fbravo@rionegro.com.ar
JUNÍN DE LOS ANDES (ASM).- En menos de un año se duplicó la cantidad de casos de abigeato, con cientos de miles de pesos en pérdidas, a lo largo de una zona caliente que va desde los ríos Quilquihue al Curruhué y desde allí a Collón Cura. Lo que inquieta aún más a los ruralistas y a los propios policías es que en varias ocasiones los cuatreros no dudaron en utilizar armas de fuego contra los peones y agentes.
Sólo en vacunos -sin contar el robo de yeguarizos- se cuentan pérdidas por más de 800.000 pesos desde enero último a la fecha, con valores estimados que van entre los 10.000 y 12.000 pesos por animal. Pero, entre otros ejemplares, este año fue sustraído también un costoso toro adquirido para dar continuidad de línea genética en raza Hereford. El reproductor estaba valuado nada menos que en 75.000 pesos.
El dato es que en 2014 hubo 27 hechos registrados en la región con cabecera en Junín de los Andes, pero desde enero último y hasta el inicio de diciembre de 2015 los casos ya sumaban 65.
Por cada caso se producen entre dos y cuatro sustracciones y/o faenas clandestinas de animales, pero también ha habido hechos que involucran el movimiento de tropillas integradas por decenas de bovinos.
El último episodio de ese tipo ocurrió la pasada semana, con una caravana de 15 vaquillonas y tres reproductores que fueron movilizados desde una estancia próxima a Junín de los Andes hasta un campo cercano a Traful. La travesía por unos 200 kilómetros de terreno quebrado llevó seis horas de caballo a los baqueanos y policías rurales, que esta vez lograron recuperar a los animales.
Así lo confirmó a este diario el comisario de Policía de Tránsito y Brigada Rural de Junín de los Andes, Sergio Peucón, quien reveló que en parte se detuvieron las acciones dolosas por el desbaratamiento de una banda de cuatreros que se produjo a mediados del presente año. Pero incluso así, la cantidad de casos se duplicó y aún más.
Vacas, vaquillonas, terneros, toros... todo cae en el radar de los salteadores de campos. En su mayoría roban para vender como cortes de carne en un lucrativo mercado negro. Por caso, en una ocasión mataron cuatro vacas preñadas y se llevaron sólo las paletas, cuartos y lomos. El resto lo abandonaron a la intemperie. El sensible aumento del precio de la carne en mostrador potencia estas prácticas ilegales en la región.
Policías a caballo
La extensa y compleja geografía obliga a la fuerza de seguridad a contar con personal especializado entre los policías rurales, comúnmente llamados baqueanos. "Son suboficiales, en su mayoría, que se han criado en el campo, que conocen desde pequeños toda esta zona, que son expertos jinetes y que conforme avanzaron en la vida se unieron a la institución policial", dijo Peucón.
"El policía baqueano sabe diferenciar la huella de un caballo de la de una vaca u otro animal, sabe decir hacia dónde van los rastros y cuánto tiempo ha pasado. Ellos a la vez trabajan en coordinación con los puesteros y los baqueanos de los campos, y con los policías que van en los móviles o en las motos con los equipos de comunicación y apoyo", explicó el comisario.
Un recordado baqueano, que cayó abatido en cumplimiento del deber el 7 de marzo de 2012, fue nada menos que el sargento José Aigo, ultimado a balazos durante un procedimiento de rutina en el camino a Pilolil. Aquel homicidio no tuvo relación con los cuatreros pero sí con los controles rutinarios de furtivismo que la Brigada Rural realiza en caminos y rutas de la región.
La brigada cuenta con una treintena de hombres y mujeres, siete de los cuales son baqueanos.
"Un problema para las investigaciones es que muchas veces la denuncia por el robo de ganado se realiza dos o tres días después de producido el hecho, y esto es así porque depende de cuándo los recorredores de los campos advierten la faltante", explicó el comisario Peucón.