La Escuela 56 de Neuquén tiene problemas para cumplir con el dictado de clases normalmente. Hasta aquí, no es algo que llame la atención. La novedad es el por qué, y cómo se ha explicado la situación. En concreto, llama la atención que su directora, Nirma Kees, pide directamente modificar el convenio colectivo de trabajo de los auxiliares de servicio, más conocidos como porteros.
Según explicó la docente a la radio AM 550 este martes 28, la escuela tiene 12 porteros, siete a la mañana y cinco a la tarde. Aunque hay uno que desde que está ella en el establecimiento nunca ha ido a trabajar, sin que esta situación produzca alguna reacción en las autoridades de Educación de la provincia. Es decir: cobra el sueldo pero no trabaja.
El resto, se beneficia con las bondades del convenio colectivo, que Kees ahora discute concretamente, innovando sobre el tradicional silencio de los directivos escolares en estas cuestiones. Parece ser que el logro sindical ha establecido que en cada escuela los porteros tengan sectorizado su trabajo. En concreto, equis cantidad de dependencias a mantener per cápita.
Así, cuando falta un portero (algo también bastante habitual) queda determinada cantidad de aulas sin limpiar. O los baños del establecimiento. O cualquier otro lugar de la escuela. Aparentemente, lo que el ausente no puede hacer no siempre es reemplazado por los presentes. Depende de si lo quieren hacer o no. Dice Kees que para eso se esgrimen argumentos sindicales respaldados por “el convenio”.
“Muchas veces, las maestras agarran la escoba y barren ellas”, explicó la directora a los periodistas de Afilados. “Yo creo que hay que modificar ese convenio colectivo, porque así no se puede trabajar”, dijo la docente, quien también indicó que un portero puede avisar “hasta dos horas después” del horario de entrada, que ese día no va a trabajar, cuando los maestros tienen que avisar con muchas horas de antelación…como por otra parte, es lógico.
¿Hay que revisar lo que los gremios presumen es intocable? Una directora de escuela, por ahora en soledad, así lo afirma. Ha hablado directamente, sin vueltas. Tal vez sea hora de que otros comiencen a imitar la sinceridad, esa saludable salida del acostumbrado discurso del cliché, de las frases hechas que nada dicen, que ocultan en vez de revelar.
Rubén Boggi