La naturaleza baña el valle de Santo Tomás con un tesoro por el que sus casi 400 pobladores guardan la esperanza de reactivación. La única empresa del pueblo cerró en enero.
El remanso en medio de la aridez que envasó la naturaleza.
En Santo Tomás el agua mineral sale de la canilla. Sus 397 pobladores la consumen a diario. Este año la planta emblema de la localidad, fundada hace 29 años, donde se llegaron a etiquetar 2.500 botellas por hora, cerró las puertas y dejó sin trabajo a 17 personas. Algunas abandonaron la zona y otras sobreviven con la construcción de bloques, “meta hacer changas” a la espera de la prometida reactivación.
José Luis Cueto es el encargado de la fábrica. Su custodio. Vive en la casa contigua. Dice que Santo Tomás es un pueblo de primera porque “ponés segunda y te salís del pueblo”.
Para llegar desde Neuquén capital hay que ir por la Ruta 237, doblar antes de Piedra del Águila a mano derecha y hacer 20 kilómetros de camino de tierra en mal estado. Entre las bardas se asoma el pequeño vallecito verde, cubierto de nubes con forma de algodón de azúcar que no necesitan filtro.
Tiene una escuela primaria, la 249, y una capilla, la Santo Tomás de Aquino. En el lugar no hay estación de combustible, ni se arriman los proveedores de alimentos. El pan es casero y las compras se hacen en Piedra.
La planta embotelladora nació el 19 de noviembre de 1988 con el nombre Barda Santo Tomás SA, y la inauguró el exgobernador emepenista, Pedro Salvatori. En la década del ´90 pasó a manos del empresario Néstor García y adoptó el nombre de Embotelladora Neuquén SRL. Cuenta con la concesión del recurso. En el galpón se hace el proceso completo y están todas las máquinas: sopladora, enjuagadora, llenadora, tapadora, etiquetadora. Se preparan los palets y se despachan.
“Esto arrancó en 2014, dos años antes de que cierre, nos empezaron a pagar en cuotas: en dos, en tres”, asegura el operario, Marco Poblete, en una mesa larga, en la que circula el mate dulce, y hay sillas plegables que en la lona llevan la marca Interlagos, que también es de García.
José Churrarín cuenta que la mejor época de producción fue tras la erupción del volcán Puyehue, en 2011. “Ahí se trabajó a lo tonto, como quien dice, se hacían tres turnos, no paraba la fábrica. Se vendía, y se vendía y se vendía. Mañana, tarde, noche, ocho horas”, señala.
El 26 de enero la planta dejó de funcionar. Hace meses que cortaron la luz. Formalmente los empleados no fueron despedidos y todavía se les adeuda salarios, bonificaciones y aguinaldo. Hasta el momento el gobierno provincial les otorgó un subsidio y García manifiesta que está en gestiones para ponerla en marcha (ver recuadro).
“Nosotros tomamos, nos bañamos, lavamos, regamos con agua mineral”, enfatiza Marcelo Vargas, oriundo de La Rioja. “Estamos como la Mariana Nannis acá, somos parientes de ella”, afirma Churrarín y la risa es a carcajadas y fuerte.
El ruido del agua
El pueblo está en silencio, imperturbable durante todo el día. El único ruido lo hace el agua en la fábrica. El agua suena.
“Nosotros todos los días renegábamos con esas máquinas, porque cuando no era que se rompía una cosa se rompía otra y dale, dale y así. Imaginate si tuviéramos máquinas nuevas. Estamos trabajando con agua perdida”, apunta Churrarín.
Insiste en que la fábrica no da pérdida y que ellos están en condiciones de ponerla a producir: “nosotros sabemos todo lo que tenemos que hacer, no necesitamos que venga García, si nosotros sabemos que lo que tenemos que hacer, mientras nos larguen la luz. Necesitamos los insumos y la venta”.
“Usted cuando va a trabajar, trabaja, usted a fin de mes quiere cobrar, ¿no?”, plantea Vargas.
Este es un conflicto que se desarrolla a 225 kilómetros de la capital y eso también se nota a la hora de las urgencias.
“Allá hay más presión”, agrega Cueto.
“Hemos ido casi todas las semanas a Neuquén, nos reuníamos allá, nos tocaban la espalda: “vayan nomás tranquilos que alguna solución vamos a encontrar”. Todavía estamos esperando”, remarca Marcos Poblete.
Todo a mano
Elida Leiva es empleada desde 1988, cuando eran cinco los operarios. Ella tenía poco más de 20 años y pensaba jubilarse como operaria.
“Fue mi único trabajo, siempre trabajé acá. De arranque eso sí que era artesanal. La etiqueta se la tenías que pegar a mano, la botella era de vidrio, tenías que agarrar la botella y fijarte bien la dirección en la que le ibas a pegar la etiqueta. Todo, todo a mano. Artesanal mal”, recuerda.
Si el cierre de una fábrica es un problema, lo es aún más en un pueblo donde el que no pasó por la fábrica, cría animales o trabaja en la comuna.
La comisión de fomento tiene 59 empleados en la actualidad y se creó en 1975. Su presidenta, Gladys Pavón, explica que no puede absorber a los 17 trabajadores y fue quien gestionó que un grupo de ellos puedan construir bloques en el polideportivo.
“Para gastos de funcionamiento en la comuna tenemos 120.000 pesos, sumado a lo de sueldos que es un poco más. Me pasa mucho a veces ir a Neuquén, y que me digan por ahí en los organismos: ¿dónde queda Santo Tomás? Bueno, queda en el medio del desierto y es un oasis, es tranquilo, la gente es laburadora. Vos dejas las llaves puestas y no pasó nada”, indica.
La fábrica es parte de la identidad del pueblo. “Por eso la repercusión está y el dolor a veces, y la impotencia, no solamente de los que trabajaban ahí.
El empresario tiene deudas con los organismos: Banco Central, Iadep, el mismo Epen, AFIP, un montón de cosas que se fueron sumando y suman, aparte de la deuda en sueldos de las 17 familias. Hasta donde sé sigue habiendo la posibilidad de empezar en algún momento, de reactivar, nos han dicho la posibilidad de noviembre. Si es así, ojalá sea sí y no vuelva a pasar lo mismo. Con lo de la bloquera es una forma de contención”, subraya.
Los crianceros de los puestos vecinos a Santo Tomás están atravesando un período de sequía. Paradojas de un pueblo donde el agua siempre desbordó.
Pavón relata que en sus inicios Santó Tomás surgió debido a un aluvión: “una lluvia muy fuerte de muchas horas, donde cayó muchísima agua. Nosotros estamos en una olla, y por la gracia de dios tenemos agua de manantial que sale en vertientes, agua pura de manantial, agua mineral. La gente en ese tiempo estaba alrededor de las bardas.
Existe una laguna que se llama “El Piojo” y esa laguna de tanta lluvia se llenó, explotó y se llevó los puestos de alrededor”. Así renació donde está hoy. Sudó y brotó.
Fundación y superficie
1975 fue el año en que se creó por decreto del gobernador Felipe Sapag (MPN) la comisión de fomento de Santo Tomás.
253 habitantes había en la comunidad en ese entonces.
7.500 hectáreas era el territorio sobre el que tendría jurisdicción la comisión de fomento.
La promesa de reactivación de la fábrica con otro inversor “Estamos muy cerca de volverla a poner en marcha, dentro de treinta días está nuevamente en producción”, aseguró Néstor García, dueño de Embotelladora Neuquén SRL que cerró sus puertas hace casi ya un año.
Agregó: “Hemos podido hacer convenios con algunos supermercados nacionales, y vamos a exportar también. Fue un problema de inversiones, nos faltó capital de trabajo, y bueno llegó un momento que hubo que parar por falta de materia prima. Hoy las cosas han cambiado y estamos muy cerca de ponerla en marcha, yo creo que antes de treinta días está en producción nuevamente, completa.”
Consultado sobre si se van a volver a contratar a las 17 personas que quedaron desempleadas, García respondió: “Sí, sí, sí, sí, todo el mundo quiere seguir porque no hay otra actividad ahí.”
El ministro de Producción y Turismo, José Brillo, también se manifestó optimista: “Estamos buscando un grupo inversor que le dé una cuota de financiamiento importante a la planta. Ya lo tenemos estamos avanzados con este tema, no está cerrado todavía pero podría estar cerrado la semana que viene.”
El gobierno provincial les otorgó a los trabajadores un subsidio de 5.000 pesos durante tres meses para paliar la situación, y uno de 2.300 pesos este mes.